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EL COMEDOR

De la oficina, pasamos al comedor, el lugar de los apetitos y deseos. He pasado mucho tiempo aquí, esforzándome en gran manera por satisfacer mis ambiciones.

Le dije: “Este es mi lugar favorito. Estoy seguro que te gustará lo que aquí servimos.”

Se sentó a la mesa conmigo y me preguntó: “¿Qué tenemos para cenar?” “Bien,” respondí “mis platos favoritos son el dinero, los títulos académicos, el mercado de acciones, y como complemento, las notas de fama y fortuna en diarios y revistas de actualidad.” Estas eran las cosas que me gustaban: el éxito en lo secular.

Cuando la comida estuvo delante de Él no dijo nada, pero observé que no comía. Le dije: “Maestro, ¿no te gusta lo hemos servido? ¿Qué sucede?” Me respondió: “Tengo comida que comer, que tú no conoces. Si quieres alimento que realmente te satisfaga, haz la voluntad del Padre. Deja de perseguir tus propios placeres, deseos y satisfacción propia. Busca agradarlo a Él. Esa comida te dejará satisfecho.”

Y allí en mi mesa, me dio a probar lo que es el gozo de hacer la voluntad de Dios. ¡Qué sabor! No hay en todo el mundo comida más sabrosa. Sólo ella satisface.
LA SALA DE ESTAR

Del comedor, pasamos al estar. El lugar era cómodo e íntimo. Me gustaba. Tenía una chimenea, sillones mullidos y un sofá, todo un ambiente de quietud.

Me dijo: “Este es un lugar maravilloso. Quisiera que viniésemos aquí más seguido. Es acogedor y tranquilo, un lugar ideal para compartir nuestra amistad.”

Bien, como un cristiano que está dando su primeros pasos, sentí una gran emoción. No podía imaginar nada mejor que pasar unos minutos con Cristo, en íntima comunión.

“Estaré aquí temprano cada mañana,” me prometió. “Encuéntrame aquí, y comenzaremos el día juntos.”

Y así, mañana tras mañana, yo bajaba de mi dormitorio a este lugar. Él tomaba de la biblioteca un libro de la Biblia. Lo abríamos y lo leíamos juntos. Él me revelaba las maravillosas verdades de la salvación de Dios. Mi corazón cantaba cuando me expresaba su amor y su gracia para conmigo. Eran momentos verdaderamente extraordinarios.

Sin embargo, poco a poco, bajo la presión de la muchas responsabilidades, ese tiempo juntos se fue haciendo más breve. ¿Por qué? No lo sé bien. Yo creía estar demasiado ocupado para dedicar un tiempo fijo y constante con el Señor. Entiéndanme, no fue algo intencional. Las cosas se dieron así; eso es todo. Después de un tiempo, no sólo se habían hecho más breves los encuentros sino que de vez en cuando yo faltaba a la cita. Había asuntos urgentes que me impedían tener ese tiempo para conversar a solas con Jesús.

Recuerdo una mañana… ansioso por salir a mis tareas, yo bajaba las escaleras saltando los escalones de dos en dos. Pasé frente al estar, y noté que la puerta estaba abierta.

Al mirar adentro, vi el fuego encendido y a Jesús sentado junto a la chimenea. De pronto, alarmado, recapacité: “Pero si Él es mi huésped. Yo lo invité a entrar en mi corazón. Él vino para ser mi Salvador y mi Señor, y yo lo estoy desatendiendo.”

Me detuve, volví, y con paso vacilante entré. Sin poder alzar la vista, dije: “Maestro, perdóname. ¿Estuviste aquí cada mañana?”

“Si” me respondió. “Te dije que estaría aquí todos los días para encontrarme contigo. Nunca olvides que te amo. Pagué un precio muy alto por redimirte. Tu amistad vale mucho para mi. Si no puedes guardar la hora silenciosa por amor a ti mismo, hazlo por mi.”

Al llegar a comprender que Cristo anhela mi compañía, que quiere estar conmigo y que me espera, transformó la naturaleza de mi tiempo a solas con Dios.

No deje usted a Cristo esperar en el lugar de encuentro de su corazón, sino busque cada día el tiempo en que, Biblia en mano y en oración, puedan encontrarse en comunión.
MI TALLER

Casi enseguida me preguntó: “¿Tienes un taller en casa?” Allá afuera, junto al garaje de la casa de mi corazón, tenía un banco de trabajo y algunas herramientas, pero no las usaba mucho. Cada tanto me entretenía con alguna pequeñeces, pero nunca hacia nada realmente productivo.

Fuimos juntos a ver el lugar. Miró a su alrededor y me dijo: “Estás muy bien equipado. ¿Qué estás produciendo con tu vida para el Reino de Dios?” En eso, su vista se detuvo en un par de juguetes que yo había dejado sobre el banco, tomó uno en su mano y me preguntó: “¿Es esto lo que haces por los demás en tu vida cristiana?”

“Esteee… bueno, Señor,” respondí, “yo sé que no es mucho, y realmente quisiera hacer más. Pero lo que sucede es que a veces siento que no tengo las fuerzas o la capacidad para hacer más.”

“¿Quisieras desempeñarte mejor?” me preguntó.

“Claro que si” respondí.

“Bien, dame tus manos. Ahora entrégate confiado a mi dirección y permite que mi Espíritu trabaje a través de ti. Yo sé que a veces te sientes torpe, falto de capacidad y no sabes qué hacer, pero el Espíritu Santo es el Maestro Artesano, y si él control tus manos y tu corazón, trabajará a través de ti.”

Cuando terminó de hablar se puso a mi lado, colocó sus manos grandes y fuertes debajo de las mias, con sus dedos hábiles tomo las herramientas, y comenzó a trabajar a través de mi. Cuanto más me relajaba y confiaba en Él, más Él podía hacer con mi vida.
Mañana continuaremos con las últimas dos partes...
Buenos Días☀️

Porque yo sé los pensamientos 💬 que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperas.

👉🏻Jeremías 29:11📖
LA SALA DE ESPARCIMIENTO

Me preguntó si tenía algún lugar donde iba a divertirme y a estar con otros. Yo estaba deseando que no averiguara mucho sobre eso. Es que había algunas amistades y actividades que me parecía mejor tener en privado.

Una tarde, cuando salía con algunos amigos, me detuvo con su mirada y me preguntó: “¿Sales?”

“Si,” le respondí.

“¡Qué bueno!” me dijo, “me gustaría acompañarte.”

“Es que…, Señor…” dije un tanto incómodo, “no creo que realmente vayas a disfrutar del lugar a donde vamos. ¿Por qué no salimos juntos tú y yo mañana por la noche? Podríamos ir al estudio bíblico en la Iglesia; pero esta noche tengo otro compromiso.”

“Disculpa,” interpuso Él, “pero yo creia que cuando me invitaste a tu casa era para hacer todas las cosas juntos, para ser compañeros. Solamente quiero que sepas que estoy dispuesto a ir contigo si quieres.”

“Bien,” murmuré mientras iba, “iremos juntos algún lado mañana.”

Esa noche se me hizo interminable. Me sentí muy mal. ¿Qué clase de amigo era yo para Jesús, dejándolo deliberadamente fuera de mi vida, yendo a lugares y haciendo cosas que yo sabía muy bien que Él no disfrutaría?

Cuando regresé, había luz en su cuarto. Entonces subí para hablar con Él. Le dije: “Señor, aprendí la lección. Ahora entiendo que no puedo ‘pasarla bien’ sin tu compañía. De ahora en adelante, haremos todo juntos.”

Y volvimos a la sala de esparcimiento. La transformó. Trajo nuevos amigos, nuevas satisfacciones, nuevas alegrías. Desde entonces, hay un resonar de música y risas por toda la casa.
MI ARMARIO PERSONAL

Un día, lo encontré esperándome en la puerta. Me miró fijamente. “Hay un olor extraño en la casa,” me dijo mientras entraba, “seguramente hay algo muerto por alguna parte. Es arriba. Creo que en el armario que tienes en el pasillo.”

En cuanto lo dijo, supe exactamente a que se refería. Había un pequeño armario junto al descanso de la escalera. No era muy grande, pero en él, bajo llave, yo guardaba un par de cositas personales; no quería que nadie lo supiera. Y por supuesto, no deseaba que Cristo las viera. Sabía que eran cosas muertas y putrefactas que pertenecían a mi vida anterior. Las consideraba tan mías que hasta me negaba a admitir que estaban.

Lo seguí de mala gana y mientras subíamos las escaleras el olor se hacía cada vez más intenso. Señaló la puerta. Yo estaba enojado; no sé como explicarlo. Le había dado acceso a la biblioteca, al comedor, a la sala de estar. Al taller, a la sala de recreación, y ahora me estaba interrogando respecto de un armario de un metro por sesenta centímetros. “Esto es demasiado,” me dije “No voy a darle la llave”.”

“Bien,” dijo Él leyendo mis pensamientos, “si crees que yo me voy a quedar aquí con este olor, estás equivocado. Me voy fuera al patio.” Y comenzó a bajar lentamente las escaleras.

Cuando uno ha llegado a conocer a Cristo y amarlo, lo peor que le puede suceder es percibir que Él está tomando distancia, que nos retira su comunión. Tuve que ceder.

“Te daré la llave,” redije con tristeza, “pero tú tendrás que abrir el armario y limpiarlo. Yo no tengo las fuerzas para hacerlo.”

“Simplemente dame la llave, dame tu permiso para hacerme cargo de ese armario y de lo que esta dentro, y lo haré.”

Con dedos temblorosos tomé la llave y se la alcancé. La tomó, caminó hacia la puerta, la abrió, entró y sacó lo que allí se estaba pudriendo. Después limpió el armario y lo pintó. Lo hizo en un instante. ¡Qué victoria, qué libertad, al no tener ya esas cosas muertas en mi vida!
LA TRANSFERENCIA DEL TÍTULO DE PROPIEDAD

De pronto, me vino un pensamiento: “¿Señor, sería posible que tú te hicieras cargo de toda la casa, y que la administraras como lo hiciste con el armario? ¿Asumirías la responsabilidad de gobernar mi vida para que sea lo que debe ser?”

Su rostro se iluminó, y su respuesta no se hizo esperar: “¡Me encantaría! Es lo que quiero hacer. No puedes ser un cristiano victorioso en tus propias fuerzas. Déjame hacerlo a través de ti y para ti. Esa es la manera. Pero,” agregó lentamente, “no soy mas que un invitado. No tengo la autoridad para actuar, ya que no se trata de mi propiedad.”

Cayendo de rodillas ante Él le dije: “Señor, todo este tiempo has sido un invitado y yo el dueño de casa. De aquí en adelante yo seré el sirviente. Tú serás el dueño, el Señor y el Maestro.”

Corrí hasta la caja fuerte, tomé el título de propiedad de la casa y el inventario de todo. Gozoso, firmé el traspaso de la casa a Él en exclusividad, en el presente y para toda la eternidad. “Listo,” dije, “aquí está todo lo que soy y lo que tengo, para siempre. Ahora, maneja tú la casa. Yo me quedaré contigo, como tu servidor y como amigo.”

Las cosas cambiaron desde que Jesús tomó posesión e hizo de mi corazón su hogar.
Estás son las últimas 3 partes de la lectura “Mi corazón el lugar donde vive Cristo”
Leamos bien desde el inicio, reflexionemos y meditemos en ella
2025/01/07 21:44:40
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