Triquinosis.
La Triquinosis es una enfermedad parasitaria causada por el consumo de carne mal cocida y que contiene quistes (larvas o gusanos inmaduros) de Trichinela.
Generalmente los síntomas comienzan con fiebre, dolor muscular, dolor e hinchazón alrededor de los ojos. También puede producirse sed, sudoración profusa, escalofríos, debilidad y cansancio.
La Triquinosis es una enfermedad parasitaria causada por el consumo de carne mal cocida y que contiene quistes (larvas o gusanos inmaduros) de Trichinela.
Generalmente los síntomas comienzan con fiebre, dolor muscular, dolor e hinchazón alrededor de los ojos. También puede producirse sed, sudoración profusa, escalofríos, debilidad y cansancio.
Una gata robó un pescado en la cocina, y la dueña de la casa le rompió un palo de escoba encima. La gata cayó al suelo, retorciéndose, tratando de recuperar el aliento.
— ¡Ladrona! ¡Fuera de mi casa! — gritó la mujer, furiosa.
La gata no pudo correr porque sus patas le fallaron, así que salió arrastrándose, jadeando, sintiéndose fracasada por no haber conseguido comida para su hijo.
Se escabulló hasta un callejón oscuro, donde su pequeño maullaba bajito, con su cuerpecito delgado temblando de hambre y mojado por el rocío de la noche.
Cuando vio a su madre llegar sin el pescado, sus ojitos inocentes se llenaron de lágrimas.
— Mamá, dijiste que traerías pescado. ¡Tengo hambre!
La gata sintió un nudo en la garganta y sonrió forzadamente para que su hijo no notara que estaba herida.
— Perdóname, mi amor... Pero te prometo que nunca dejaré que mueras de hambre.
Pero ahora, la casa donde antes vivían estaba cerrada herméticamente. Puertas con llave, ventanas selladas. No había manera de volver.
Así que la gata salió arrastrando a su hijo por las aceras de la ciudad, sobre el rocío de la fría noche. No tenía idea de lo que haría a partir de ese momento.
Sin otra opción, la madre colocó al pequeño debajo de unos cartones en una acera y le dijo:
— Espérame aquí. Mamá irá a buscar comida.
Pero cuando se dio la vuelta, lo hizo para siempre. Nunca regresó. No tenía manera de mantenerlo.
Cada vez que intentaba robar algo, la golpeaban. Para no morir a golpes, decidió abandonarlo.
El gatito, débil de hambre, cuando se dio cuenta de que su madre no volvería, llenó sus ojos de lágrimas y empezó a maullar muy bajito, con el maullido de la resignación y el miedo, porque sabía que su fin era seguro.
Pero entonces, una sombra se acercó. Una mano humana le extendió un pedazo de pan.
— Eh, pequeñito... ¿Tienes hambre?
Era un joven de mirada amable. El gatito olfateó el pan y, aunque estaba débil, lo devoró de una sola vez. El joven sonrió y lo llevó a su casa.
En su nuevo hogar, encontró una cama caliente y comida abundante. Pizza, pan, mortadela, sardina... Todo lo que nunca había tenido.
Pero por la noche, cuando todo quedaba en silencio, sus lágrimas mojaban su rostro. Recordaba a su madre, la crueldad que había cometido, y también sentía la esperanza de que regresara.
Catorce días pasaron, y todas las noches miraba por la ventana, esperando verla. Hasta que un día, mientras caminaba por la calle, escuchó gritos desesperados.
Corrió y vio a tres perros atacando a una gata delgada y maltratada.
— ¡Por favor! — ella suplicaba. — ¡Tengo un hijo que criar!
El corazón del gatito latió con fuerza. ¿Será mi madre?
Saltó sobre los perros y luchó con todas sus fuerzas junto a esa gata famélica, hasta que lograron ahuyentarlos. La gata se encogió, asustada. Él la miró a los ojos y la reconoció.
— ¿Por qué me abandonaste, mamá?
— Prometiste que no me dejarías morir de hambre y, sin embargo, me dejaste en una acera para morir solo.
La gata bajó la cabeza.
— Hijo, confía en mí. Nunca te abandoné.
El gatito sintió que el suelo desaparecía bajo sus patas y gritó furioso:
— ¡Mentira! ¡Te fuiste y nunca regresaste! ¡Fueron catorce días, mamá! ¡Catorce días sin ti!
La gata respiró hondo.
— Hijo, volví. Pero ya no estabas ahí. Vi cómo un humano te llevaba. Vi que te dio todo lo que yo no podía darte.
Miró hacia el árbol frente a la casa del joven y dijo:
— Los seguí. Y desde entonces, todas las noches subí ahí y te observé por la ventana. Catorce veces subí al árbol. Catorce veces te vi bien.
Furioso, el gatito se dio la vuelta y dijo:
— ¡Mentirosa!
Y regresó a casa, dejando a su madre en la calle. Pero al llegar, una tórtola se posó en la rama del árbol frente a su casa. Subió para atraparla y, al llegar a la primera rama, vio algo que le rompió el corazón.
Había catorce marcas de las garras de su madre. Durante los catorce días que había estado ahí, ella pasó todas las noches en el árbol, observándolo por la ventana, viéndolo comer bien y recibir cariño del humano.
— ¡Ladrona! ¡Fuera de mi casa! — gritó la mujer, furiosa.
La gata no pudo correr porque sus patas le fallaron, así que salió arrastrándose, jadeando, sintiéndose fracasada por no haber conseguido comida para su hijo.
Se escabulló hasta un callejón oscuro, donde su pequeño maullaba bajito, con su cuerpecito delgado temblando de hambre y mojado por el rocío de la noche.
Cuando vio a su madre llegar sin el pescado, sus ojitos inocentes se llenaron de lágrimas.
— Mamá, dijiste que traerías pescado. ¡Tengo hambre!
La gata sintió un nudo en la garganta y sonrió forzadamente para que su hijo no notara que estaba herida.
— Perdóname, mi amor... Pero te prometo que nunca dejaré que mueras de hambre.
Pero ahora, la casa donde antes vivían estaba cerrada herméticamente. Puertas con llave, ventanas selladas. No había manera de volver.
Así que la gata salió arrastrando a su hijo por las aceras de la ciudad, sobre el rocío de la fría noche. No tenía idea de lo que haría a partir de ese momento.
Sin otra opción, la madre colocó al pequeño debajo de unos cartones en una acera y le dijo:
— Espérame aquí. Mamá irá a buscar comida.
Pero cuando se dio la vuelta, lo hizo para siempre. Nunca regresó. No tenía manera de mantenerlo.
Cada vez que intentaba robar algo, la golpeaban. Para no morir a golpes, decidió abandonarlo.
El gatito, débil de hambre, cuando se dio cuenta de que su madre no volvería, llenó sus ojos de lágrimas y empezó a maullar muy bajito, con el maullido de la resignación y el miedo, porque sabía que su fin era seguro.
Pero entonces, una sombra se acercó. Una mano humana le extendió un pedazo de pan.
— Eh, pequeñito... ¿Tienes hambre?
Era un joven de mirada amable. El gatito olfateó el pan y, aunque estaba débil, lo devoró de una sola vez. El joven sonrió y lo llevó a su casa.
En su nuevo hogar, encontró una cama caliente y comida abundante. Pizza, pan, mortadela, sardina... Todo lo que nunca había tenido.
Pero por la noche, cuando todo quedaba en silencio, sus lágrimas mojaban su rostro. Recordaba a su madre, la crueldad que había cometido, y también sentía la esperanza de que regresara.
Catorce días pasaron, y todas las noches miraba por la ventana, esperando verla. Hasta que un día, mientras caminaba por la calle, escuchó gritos desesperados.
Corrió y vio a tres perros atacando a una gata delgada y maltratada.
— ¡Por favor! — ella suplicaba. — ¡Tengo un hijo que criar!
El corazón del gatito latió con fuerza. ¿Será mi madre?
Saltó sobre los perros y luchó con todas sus fuerzas junto a esa gata famélica, hasta que lograron ahuyentarlos. La gata se encogió, asustada. Él la miró a los ojos y la reconoció.
— ¿Por qué me abandonaste, mamá?
— Prometiste que no me dejarías morir de hambre y, sin embargo, me dejaste en una acera para morir solo.
La gata bajó la cabeza.
— Hijo, confía en mí. Nunca te abandoné.
El gatito sintió que el suelo desaparecía bajo sus patas y gritó furioso:
— ¡Mentira! ¡Te fuiste y nunca regresaste! ¡Fueron catorce días, mamá! ¡Catorce días sin ti!
La gata respiró hondo.
— Hijo, volví. Pero ya no estabas ahí. Vi cómo un humano te llevaba. Vi que te dio todo lo que yo no podía darte.
Miró hacia el árbol frente a la casa del joven y dijo:
— Los seguí. Y desde entonces, todas las noches subí ahí y te observé por la ventana. Catorce veces subí al árbol. Catorce veces te vi bien.
Furioso, el gatito se dio la vuelta y dijo:
— ¡Mentirosa!
Y regresó a casa, dejando a su madre en la calle. Pero al llegar, una tórtola se posó en la rama del árbol frente a su casa. Subió para atraparla y, al llegar a la primera rama, vio algo que le rompió el corazón.
Había catorce marcas de las garras de su madre. Durante los catorce días que había estado ahí, ella pasó todas las noches en el árbol, observándolo por la ventana, viéndolo comer bien y recibir cariño del humano.
La maniobra de valsalva modificada sirve para revertir taquicardias por reentrada intranodal o por una vía accesoria y ayuda a diagnosticar otras, la otra opción es usar adenosina en caso de no revertir y el tratamiento definitivo es el estudio Electrofisiológico y Ablación.
Quedarse con hambre después de comer puede tener varias razones, y algunas de ellas están relacionadas con lo que comes, cómo comes, o incluso factores emocionales y físicos. Aquí te dejo algunas de las razones más comunes por las que esto puede suceder:
1. Comer alimentos poco saciantes 🍞🥨
Si tu comida está compuesta principalmente por carbohidratos refinados (como pan blanco, galletas o dulces), estos alimentos pueden elevar el azúcar en sangre rápidamente y luego provocar una caída brusca, dejándote con hambre más rápido.
Solución: Opta por carbohidratos complejos (como avena, quinoa o pan integral) que se digieren más lentamente y te mantendrán lleno por más tiempo.
2. Falta de proteínas o grasas saludables 🥩🥑
Las proteínas y las grasas saludables son macronutrientes que promueven la saciedad. Si tu comida carece de ellos, es posible que no te sientas lleno después de comer.
Solución: Incluye fuentes de proteínas magras (pollo, pescado, legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva).
3. Comer demasiado rápido 🍴⏳
Cuando comes rápido, tu cerebro no recibe las señales de saciedad a tiempo. Puede tomar entre 15 y 20 minutos para que tu cerebro registre que has comido lo suficiente.
Solución: Come despacio, mastica bien los alimentos y tómate tu tiempo para disfrutar cada bocado.
4. Porciones pequeñas o no equilibradas 🍽️
Si no estás comiendo una cantidad adecuada o no estás incluyendo todos los grupos alimenticios esenciales (proteínas, carbohidratos, grasas, fibra), es más probable que sientas hambre poco después de comer.
Solución: Asegúrate de comer porciones equilibradas y completas en cada comida.
5. Deshidratación 💧
A veces, la sensación de hambre puede confundirse con la de sed. Si no estás bebiendo suficiente agua, es posible que experimentes hambre cuando en realidad tu cuerpo necesita hidratación.
Solución: Asegúrate de estar bien hidratado durante todo el día. Bebe suficiente agua, y si tienes hambre poco después de comer, prueba beber un vaso de agua para ver si es sed.
6. Estrés o ansiedad 😰🍫
El estrés o las emociones fuertes pueden desencadenar el llamado hambre emocional. En este caso, no se trata de una necesidad física de alimentos, sino más bien de un deseo de comer para aliviar el malestar emocional.
Solución: Identificar las emociones detrás de la sensación de hambre y buscar formas de relajarse o liberar el estrés sin recurrir a la comida.
7. Bajos niveles de fibra 🍏🥦
La fibra es importante para la saciedad. Los alimentos ricos en fibra, como las frutas, verduras, y legumbres, ayudan a mantenerte lleno durante más tiempo.
Solución: Asegúrate de incluir alimentos ricos en fibra en tu dieta diaria para mejorar la sensación de saciedad.
8. Hormonas desequilibradas ⚖️
Las hormonas juegan un papel fundamental en el control del hambre. Desajustes hormonales, como los relacionados con el estrés, el ciclo menstrual o condiciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), pueden afectar tu apetito.
Solución: Si sospechas que tu hambre está relacionada con un desequilibrio hormonal, es importante consultar con un profesional de la salud.
9. Comer con mucha sal 🧂
Los alimentos salados pueden aumentar la sed, pero también pueden estimular el apetito, especialmente si contienen ingredientes procesados o grasas trans.
Solución: Limita el consumo de alimentos altos en sodio o ultraprocesados, y opta por comidas frescas y caseras.
10. Falta de sueño 🛏️
La falta de sueño puede alterar las hormonas que regulan el apetito, como la ghrelina (que aumenta el hambre) y la leptina (que disminuye el hambre), haciendo que tengas más hambre de lo normal.
Solución: Asegúrate de dormir lo suficiente cada noche (idealmente entre 7 y 9 horas) para mantener tus hormonas en equilibrio.
1. Comer alimentos poco saciantes 🍞🥨
Si tu comida está compuesta principalmente por carbohidratos refinados (como pan blanco, galletas o dulces), estos alimentos pueden elevar el azúcar en sangre rápidamente y luego provocar una caída brusca, dejándote con hambre más rápido.
Solución: Opta por carbohidratos complejos (como avena, quinoa o pan integral) que se digieren más lentamente y te mantendrán lleno por más tiempo.
2. Falta de proteínas o grasas saludables 🥩🥑
Las proteínas y las grasas saludables son macronutrientes que promueven la saciedad. Si tu comida carece de ellos, es posible que no te sientas lleno después de comer.
Solución: Incluye fuentes de proteínas magras (pollo, pescado, legumbres) y grasas saludables (aguacate, frutos secos, aceite de oliva).
3. Comer demasiado rápido 🍴⏳
Cuando comes rápido, tu cerebro no recibe las señales de saciedad a tiempo. Puede tomar entre 15 y 20 minutos para que tu cerebro registre que has comido lo suficiente.
Solución: Come despacio, mastica bien los alimentos y tómate tu tiempo para disfrutar cada bocado.
4. Porciones pequeñas o no equilibradas 🍽️
Si no estás comiendo una cantidad adecuada o no estás incluyendo todos los grupos alimenticios esenciales (proteínas, carbohidratos, grasas, fibra), es más probable que sientas hambre poco después de comer.
Solución: Asegúrate de comer porciones equilibradas y completas en cada comida.
5. Deshidratación 💧
A veces, la sensación de hambre puede confundirse con la de sed. Si no estás bebiendo suficiente agua, es posible que experimentes hambre cuando en realidad tu cuerpo necesita hidratación.
Solución: Asegúrate de estar bien hidratado durante todo el día. Bebe suficiente agua, y si tienes hambre poco después de comer, prueba beber un vaso de agua para ver si es sed.
6. Estrés o ansiedad 😰🍫
El estrés o las emociones fuertes pueden desencadenar el llamado hambre emocional. En este caso, no se trata de una necesidad física de alimentos, sino más bien de un deseo de comer para aliviar el malestar emocional.
Solución: Identificar las emociones detrás de la sensación de hambre y buscar formas de relajarse o liberar el estrés sin recurrir a la comida.
7. Bajos niveles de fibra 🍏🥦
La fibra es importante para la saciedad. Los alimentos ricos en fibra, como las frutas, verduras, y legumbres, ayudan a mantenerte lleno durante más tiempo.
Solución: Asegúrate de incluir alimentos ricos en fibra en tu dieta diaria para mejorar la sensación de saciedad.
8. Hormonas desequilibradas ⚖️
Las hormonas juegan un papel fundamental en el control del hambre. Desajustes hormonales, como los relacionados con el estrés, el ciclo menstrual o condiciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP), pueden afectar tu apetito.
Solución: Si sospechas que tu hambre está relacionada con un desequilibrio hormonal, es importante consultar con un profesional de la salud.
9. Comer con mucha sal 🧂
Los alimentos salados pueden aumentar la sed, pero también pueden estimular el apetito, especialmente si contienen ingredientes procesados o grasas trans.
Solución: Limita el consumo de alimentos altos en sodio o ultraprocesados, y opta por comidas frescas y caseras.
10. Falta de sueño 🛏️
La falta de sueño puede alterar las hormonas que regulan el apetito, como la ghrelina (que aumenta el hambre) y la leptina (que disminuye el hambre), haciendo que tengas más hambre de lo normal.
Solución: Asegúrate de dormir lo suficiente cada noche (idealmente entre 7 y 9 horas) para mantener tus hormonas en equilibrio.
Montar bicicleta, ya sea para pasear, para hacer ejercicios, para trabajar... es un ejercicio muy completo, nos ayuda a mejorar nuestra resistencia, fuerza, masa muscular, nuestro sistema cardiovascular...Si eres de los que le encanta pedalear como a mí (amo y practico todos los deportes que pueda) quizás te pueda servir de mucha ayuda la siguiente imagen en la cual vemos cómo trabajan nuestros músculos del tren inferior a la hora de la marcha (pedaleo).