Nuestros problemas lucen distintos en vista de la eternidad: «Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios 4:17-18). ¡Todas nuestras pruebas palidecen cuando recordamos ese día glorioso en que veremos a Jesús!
Cuando en nuestros corazones hay deseos que Dios no nos ha concedido tenemos la tendencia de poner nuestros ojos en aquello que nos falta, en vez de apreciar todas las formas en las que nos ha bendecido. Miramos nuestras vidas y nos sentimos infelices porque no tenemos eso que deseamos, pero solemos pasar por alto todas las bondades con las que Dios nos ha bendecido y sigue bendiciendo, una vez más: siendo la mayor de todas las bendiciones nuestra salvación en Cristo.
Recordemos que Dios «No nos ha tratado según nuestros pecados, / Ni nos ha pagado conforme a nuestras iniquidades. / Porque como están de altos los cielos sobre la tierra, / Así es de grande Su misericordia para los que le temen» (Sal 103:10-11). No merecemos nada y, aún así, Sus bondades fluyen hacia nuestras vidas, incluyendo la mayor de todas: «El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?» (Ro 8:32).
"🧏🏻♂️Es necesario que pases por el desierto(pruebas, procesos), porque ahí aprenderás a depender de Dios, tu carácter será formado y entenderás que, aunque todos se vayan, Dios nunca lo hará."✍🏻
Es más, aún aquello que no recibimos es parte de las formas en las que Dios nos bendice y nos guía a Sus buenos propósitos. Como dijo Elisabeth Elliot: «Nunca olvidemos que algunas de las grandes misericordias de Dios son Sus rechazos a nuestras peticiones». Nosotros vemos una pequeña parte de la imagen, pero Dios mira el cuadro completo, pues Él mismo lo ha diseñado. Si creo que Él es sabio, bueno y soberano, puedo descansar en Él y responder con gratitud en medio de lo que me da y de lo que decide no concederme.
GRACIAS a Dios por Su Fidelidad 💖💐
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En el Salmo 40, David declara: «Pacientemente esperé al Señor». El lenguaje original aquí sugiere que él «esperaba, esperaba y esperaba» que Dios respondiera su oración. No obstante, al mirar atrás y considerar ese tiempo de demora, alaba al Señor y expresa que Dios «puso […] un cántico nuevo, un canto de alabanza» en su corazón (40:3). «¡Qué capítulo puede escribirse sobre las demoras de Dios! — escribió F. B. Meyer—. Es el misterio de educar al espíritu humano para que aplique la cualidad más sobresaliente de la que es capaz». Mediante la disciplina de la espera, podemos desarrollar las virtudes más serenas: sumisión, humildad, paciencia, perseverancia gozosa, constancia en hacer el bien… virtudes que exigen la mayor cantidad de tiempo para aprenderlas. ¿Qué hacemos cuando parece que Dios no nos concede el deseo de nuestro corazón? El Señor puede ayudarnos a amarlo y a confiar en Él lo suficiente como para aceptar con gozo las demoras, considerarlas una oportunidad para desarrollar estas virtudes… y alabarlo