🔎 MORIR PARA SERVIR
📖 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.
Nació para morir. Vivió a la sombra de la cruz. En todo momento sabía que se dirigía al Calvario. Era consciente de su misión. Había venido al mundo con el fin de dar su vida en rescate por muchos. Jamás la mente humana podrá entenderlo; la eternidad no será suficiente para contemplar la dimensión de su amor. El Rey del universo, adorado y servido por millones y millones de ángeles, renunció a su trono y vino a este mundo. Nació en un pesebre, porque la raza a la cual había ido a servir ni siquiera se molestó en brindarle un rincón cualquiera para que naciera.
Desde el inicio de su ministerio, su vida fue de servicio. Curó leprosos, cuando nadie se atrevía siquiera a aproximarse a ellos; encontró ciegos y, con el toque maravilloso de sus manos, les devolvió la visión; buscó a los desesperados, rechazados e indignos, y les devolvió la dignidad. Jamás le importó si sus enemigos lo acusaban de juntarse con los pecadores. A fin de cuentas, era por ellos que lo había dejado todo allá, en el cielo, y había descendido a esta tierra de humillación y de pecado.
Anduvo por las calles polvorientas de Galilea en busca de la oveja perdida. Cuanto más ella corría, tanto más él la buscaba. En ningún momento tomó el hecho de ser Dios como cosa a la cual aferrarse, sino que se despojó de sí mismo y aceptó la muerte de cruz, afirma Pablo.
Finalmente, llegó el día para el cual había venido a la tierra. El momento supremo; la hora crucial en que el amor y el dolor se abrazarían; el instante del sacrifico mayor, de la entrega infinita. El Rey de reyes y Señor de los señores, Creador del universo y dueño absoluto de cielos y tierra, descendería a los niveles más profundos de la humillación. Sería clavado como un paria, en una cruz reservada para los peores delincuentes. Pagaría de este modo el precio de la redención humana; lo pagaría con su sangre. Rescataría al hombre del poder de la muerte. Lo traería hacia la dimensión de la vida.
Que el sacrificio de Jesús en tu favor inspire tus acciones hoy. Sirve, entrégate, dónate. Es la única forma de vencer al imperio de la muerte. Porque: “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
✏️ Alejandro B
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📖 Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos. Marcos 10:45.
Nació para morir. Vivió a la sombra de la cruz. En todo momento sabía que se dirigía al Calvario. Era consciente de su misión. Había venido al mundo con el fin de dar su vida en rescate por muchos. Jamás la mente humana podrá entenderlo; la eternidad no será suficiente para contemplar la dimensión de su amor. El Rey del universo, adorado y servido por millones y millones de ángeles, renunció a su trono y vino a este mundo. Nació en un pesebre, porque la raza a la cual había ido a servir ni siquiera se molestó en brindarle un rincón cualquiera para que naciera.
Desde el inicio de su ministerio, su vida fue de servicio. Curó leprosos, cuando nadie se atrevía siquiera a aproximarse a ellos; encontró ciegos y, con el toque maravilloso de sus manos, les devolvió la visión; buscó a los desesperados, rechazados e indignos, y les devolvió la dignidad. Jamás le importó si sus enemigos lo acusaban de juntarse con los pecadores. A fin de cuentas, era por ellos que lo había dejado todo allá, en el cielo, y había descendido a esta tierra de humillación y de pecado.
Anduvo por las calles polvorientas de Galilea en busca de la oveja perdida. Cuanto más ella corría, tanto más él la buscaba. En ningún momento tomó el hecho de ser Dios como cosa a la cual aferrarse, sino que se despojó de sí mismo y aceptó la muerte de cruz, afirma Pablo.
Finalmente, llegó el día para el cual había venido a la tierra. El momento supremo; la hora crucial en que el amor y el dolor se abrazarían; el instante del sacrifico mayor, de la entrega infinita. El Rey de reyes y Señor de los señores, Creador del universo y dueño absoluto de cielos y tierra, descendería a los niveles más profundos de la humillación. Sería clavado como un paria, en una cruz reservada para los peores delincuentes. Pagaría de este modo el precio de la redención humana; lo pagaría con su sangre. Rescataría al hombre del poder de la muerte. Lo traería hacia la dimensión de la vida.
Que el sacrificio de Jesús en tu favor inspire tus acciones hoy. Sirve, entrégate, dónate. Es la única forma de vencer al imperio de la muerte. Porque: “el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos”.
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🔎 INTERCEDE
📖 El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:3.
El cielo se viste de gala. Millones y millones de seres angelicales se preparan para dar la bienvenida al Héroe, que vuelve de la guerra después de haber vencido al maligno y rescatado al ser humano. Jesús aparece glorioso, con su cuerpo resucitado. Ha vencido a la muerte y al pecado. Se sienta, ahora, al lado del Padre.
La escena que acabo de describir no es imaginaria; la Biblia lo afirma. El texto de hoy lo expresa de manera explícita. Muestra que existe relación entre la muerte expiatoria de Jesús en la cruz y su obra mediadora en el cielo, al lado del Padre. El autor de la Epístola a los Hebreos indica que, después de haber efectuado la purificación de nuestros pecados en la cruz, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Jesús ya murió; subió a los cielos; está a la diestra del padre. Y, desde ahí, añade Hebreos 7:25, “puede salvar a los que por él se allegan a Dios”. ¿Por qué crees que el verbo “salvar” está en modo infinitivo? Si solo bastase su muerte, el verbo estaría en tiempo pasado; diría “salvó”, y no “puede salvar”. Lo que Pablo quiere significar es que, a pesar de que la muerte de Jesús en la cruz fue completa en lo que se refiere al sacrificio, esa muerte no le sirve al ser humano, a menos que vaya a Jesús con fe, y reconociendo que pecó y que necesita de salvación. Entonces Jesús, quien en la cruz constituyó el sacrificio, se transforma ahora en el Mediador, para interceder delante del Padre en favor del pecador arrepentido.
Solo entonces lo que Jesús obró en la cruz del Calvario tiene valor para el ser humano: está salvo, porque creyó en la muerte de Cristo y aceptó su mediación delante del Padre.
Hoy es un día para aceptar ese sacrificio en tu favor. Dios no fuerza la voluntad humana; nadie será salvo solo porque Jesús murió. La salvación solo tiene valor, para ti, si la aceptas.
No te olvides: “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
✏️ Alejandro B
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📖 El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas. Hebreos 1:3.
El cielo se viste de gala. Millones y millones de seres angelicales se preparan para dar la bienvenida al Héroe, que vuelve de la guerra después de haber vencido al maligno y rescatado al ser humano. Jesús aparece glorioso, con su cuerpo resucitado. Ha vencido a la muerte y al pecado. Se sienta, ahora, al lado del Padre.
La escena que acabo de describir no es imaginaria; la Biblia lo afirma. El texto de hoy lo expresa de manera explícita. Muestra que existe relación entre la muerte expiatoria de Jesús en la cruz y su obra mediadora en el cielo, al lado del Padre. El autor de la Epístola a los Hebreos indica que, después de haber efectuado la purificación de nuestros pecados en la cruz, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.
Jesús ya murió; subió a los cielos; está a la diestra del padre. Y, desde ahí, añade Hebreos 7:25, “puede salvar a los que por él se allegan a Dios”. ¿Por qué crees que el verbo “salvar” está en modo infinitivo? Si solo bastase su muerte, el verbo estaría en tiempo pasado; diría “salvó”, y no “puede salvar”. Lo que Pablo quiere significar es que, a pesar de que la muerte de Jesús en la cruz fue completa en lo que se refiere al sacrificio, esa muerte no le sirve al ser humano, a menos que vaya a Jesús con fe, y reconociendo que pecó y que necesita de salvación. Entonces Jesús, quien en la cruz constituyó el sacrificio, se transforma ahora en el Mediador, para interceder delante del Padre en favor del pecador arrepentido.
Solo entonces lo que Jesús obró en la cruz del Calvario tiene valor para el ser humano: está salvo, porque creyó en la muerte de Cristo y aceptó su mediación delante del Padre.
Hoy es un día para aceptar ese sacrificio en tu favor. Dios no fuerza la voluntad humana; nadie será salvo solo porque Jesús murió. La salvación solo tiene valor, para ti, si la aceptas.
No te olvides: “El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
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🔎 NO ME ACORDARÉ
📖 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25.
Aquella tarde, mientras el sol se ocultaba, se iba también la vida del conde de Polignac: había traicionado al emperador Napoleón, a pesar de los muchos favores que había recibido del temido conquistador; la cabeza del traidor estaba destinada a la horca. La prueba de su traición era una carta, en la cual el conde se comprometía en un complot político.
Desesperada e intentando salvar la vida de su esposo, la señora Polignac solicitó una audiencia con el Emperador. Envuelta en lágrimas, alegó que las acusaciones en contra de su esposo eran falsas.
-¿Conoces la firma de tu marido? -le preguntó el soberano.
Y, sacando la carta de su bolsillo, la puso ante los ojos de la señora. La mujer palideció, y cayó desmayada.
Al recuperarse, la desesperada mujer cayó a los pies del Emperador y pidió perdón. La historia narra que Napoleón, compadecido, le entregó la carta diciendo:
-Tómala. Es la única evidencia legal que existe en contra de tu marido. Hay un fuego aquí, al lado: quémala. No habiendo pruebas, no habrá culpa.
La señora tomó aquella prueba de culpabilidad y la entregó a las llamas. La vida de Polignac y su honor estaban a salvo, fuera del alcance de la justicia.
Eso es lo que hizo el Señor con nuestros pecados. Tomó nuestras rebeliones y pagó nuestra deuda. Y afirma que lo hizo por su propio nombre. ¿Por qué? Porque el enemigo lo acusó de ser un Dios abusivo y dictador, incapaz de perdonar. Pero, con su muerte en la cruz, Jesús limpió la afrenta a su nombre, y mostró delante del universo que él podía respetar el principio de su ley quebrantada y, al mismo tiempo, perdonar al pecador.
El perdón que Jesús ofrece no es simplemente una declaración que nos libera de la culpa sino un sacrificio sustitutivo, mediante el cual la deuda queda completamente paga. Nada se debe a la justicia: la misericordia pagó el precio.
Es por eso que, en la cruz, la misericordia y la justicia se besaron.
Sal hoy, depositando tu confianza en ese amor maravilloso de Jesús. Y recuerda su promesa: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”.
✏️ Alejandro B
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📖 Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados. Isaías 43:25.
Aquella tarde, mientras el sol se ocultaba, se iba también la vida del conde de Polignac: había traicionado al emperador Napoleón, a pesar de los muchos favores que había recibido del temido conquistador; la cabeza del traidor estaba destinada a la horca. La prueba de su traición era una carta, en la cual el conde se comprometía en un complot político.
Desesperada e intentando salvar la vida de su esposo, la señora Polignac solicitó una audiencia con el Emperador. Envuelta en lágrimas, alegó que las acusaciones en contra de su esposo eran falsas.
-¿Conoces la firma de tu marido? -le preguntó el soberano.
Y, sacando la carta de su bolsillo, la puso ante los ojos de la señora. La mujer palideció, y cayó desmayada.
Al recuperarse, la desesperada mujer cayó a los pies del Emperador y pidió perdón. La historia narra que Napoleón, compadecido, le entregó la carta diciendo:
-Tómala. Es la única evidencia legal que existe en contra de tu marido. Hay un fuego aquí, al lado: quémala. No habiendo pruebas, no habrá culpa.
La señora tomó aquella prueba de culpabilidad y la entregó a las llamas. La vida de Polignac y su honor estaban a salvo, fuera del alcance de la justicia.
Eso es lo que hizo el Señor con nuestros pecados. Tomó nuestras rebeliones y pagó nuestra deuda. Y afirma que lo hizo por su propio nombre. ¿Por qué? Porque el enemigo lo acusó de ser un Dios abusivo y dictador, incapaz de perdonar. Pero, con su muerte en la cruz, Jesús limpió la afrenta a su nombre, y mostró delante del universo que él podía respetar el principio de su ley quebrantada y, al mismo tiempo, perdonar al pecador.
El perdón que Jesús ofrece no es simplemente una declaración que nos libera de la culpa sino un sacrificio sustitutivo, mediante el cual la deuda queda completamente paga. Nada se debe a la justicia: la misericordia pagó el precio.
Es por eso que, en la cruz, la misericordia y la justicia se besaron.
Sal hoy, depositando tu confianza en ese amor maravilloso de Jesús. Y recuerda su promesa: “Yo, yo soy el que borro tus rebeliones por amor de mí mismo, y no me acordaré de tus pecados”.
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🔎 A SU DEBIDO TIEMPO
📖 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer… Gálatas 4:4,5.
Hay un aspecto del texto de hoy que deseo resaltar. El versículo empieza diciendo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo”; ni un minuto después; en el tiempo exacto. Dios es un Dios puntual. El tiempo es un don precioso que él respeta.
El relato de la Creación muestra que Dios organizó su tiempo en días. Para cada día, había una tarea. El primer día, dijo: “sea la luz”; el segundo día, creó la expansión; y así sucesivamente. Creo que Dios no necesita de una agenda escrita, pero sin duda tiene todo organizado. Es un Dios de orden.
Eso no significa que estableció un deber más, para añadir a la montaña de obligaciones que muchos cristianos creen que deben cargar. Nada de lo que Dios hace tiene, como objetivo, hacer de la vida humana un fardo; al contrario, él sabe que una vida sin una programación establecida es una vida condenada al fracaso.
Cuando no existe un orden de prioridades, las cosas suceden por accidente; y por accidente, el éxito solo puede ser fruto de la “suerte”. Hay mucha gente que lamenta el hecho de no tener “suerte”. Detrás de esas lamentaciones, se esconde la falta de organización y de trabajo.
La puntualidad es parte de una vida organizada. Mi padre acostumbraba decir: “Si alguien marca un compromiso contigo a las dos de la tarde, pídele que mejor sea a las tres, pero tú preséntate a la una”. Exageraciones aparte, el consejo de mi padre fue valioso a lo largo de mi vida. La puntualidad no cuesta nada, y trae muchos beneficios.
Pero, el texto de hoy contiene un segundo pensamiento. Llegado el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de mujer. Quiere decir, lo hizo humano, carne. Para siempre. Pablo menciona que hoy tenemos, en el cielo, un Intercesor, que es Jesucristo hombre. ¡Qué amor inmensurable! La encarnación de Cristo hablará sin palabras, por toda la eternidad, acerca del valor del ser humano. A pesar de su rebeldía, Dios lo buscó. Jesús dejó su trono, y vino a este mundo de sufrimiento y de dolor con el propósito de buscar lo que se había perdido. Y todo eso, a su debido tiempo.
Por eso hoy, si por algún motivo encuentras en tu camino alguna razón para sentirte solo y sin valor, piensa en el misterio de la encarnación, levanta la cabeza y sigue adelante, rumbo al glorioso destino que Dios estableció para ti.
Y no te olvides: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”.
✏️ Alejandro B
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📖 Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer… Gálatas 4:4,5.
Hay un aspecto del texto de hoy que deseo resaltar. El versículo empieza diciendo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo”; ni un minuto después; en el tiempo exacto. Dios es un Dios puntual. El tiempo es un don precioso que él respeta.
El relato de la Creación muestra que Dios organizó su tiempo en días. Para cada día, había una tarea. El primer día, dijo: “sea la luz”; el segundo día, creó la expansión; y así sucesivamente. Creo que Dios no necesita de una agenda escrita, pero sin duda tiene todo organizado. Es un Dios de orden.
Eso no significa que estableció un deber más, para añadir a la montaña de obligaciones que muchos cristianos creen que deben cargar. Nada de lo que Dios hace tiene, como objetivo, hacer de la vida humana un fardo; al contrario, él sabe que una vida sin una programación establecida es una vida condenada al fracaso.
Cuando no existe un orden de prioridades, las cosas suceden por accidente; y por accidente, el éxito solo puede ser fruto de la “suerte”. Hay mucha gente que lamenta el hecho de no tener “suerte”. Detrás de esas lamentaciones, se esconde la falta de organización y de trabajo.
La puntualidad es parte de una vida organizada. Mi padre acostumbraba decir: “Si alguien marca un compromiso contigo a las dos de la tarde, pídele que mejor sea a las tres, pero tú preséntate a la una”. Exageraciones aparte, el consejo de mi padre fue valioso a lo largo de mi vida. La puntualidad no cuesta nada, y trae muchos beneficios.
Pero, el texto de hoy contiene un segundo pensamiento. Llegado el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su hijo, nacido de mujer. Quiere decir, lo hizo humano, carne. Para siempre. Pablo menciona que hoy tenemos, en el cielo, un Intercesor, que es Jesucristo hombre. ¡Qué amor inmensurable! La encarnación de Cristo hablará sin palabras, por toda la eternidad, acerca del valor del ser humano. A pesar de su rebeldía, Dios lo buscó. Jesús dejó su trono, y vino a este mundo de sufrimiento y de dolor con el propósito de buscar lo que se había perdido. Y todo eso, a su debido tiempo.
Por eso hoy, si por algún motivo encuentras en tu camino alguna razón para sentirte solo y sin valor, piensa en el misterio de la encarnación, levanta la cabeza y sigue adelante, rumbo al glorioso destino que Dios estableció para ti.
Y no te olvides: “Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”.
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🔎 REFLEXIONA
📖 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él. Eclesiastés 7:14.
Lo vi sin querer. Sentado en la escalinata de la estación del tren. Alto, cabello castaño hasta los hombros, ojos pardos. Estaba desecho. Jamás habría podido reconocerlo, si él no hubiese gritado mi nombre.
Me contó la triste historia de su vida. Había fracasado, en los negocios y en la vida. Dos matrimonios deshechos; tres hijos que se avergonzaban del padre, esclavo del alcohol, en fin… El típico ser humano destruido por las circunstancias. Todo empezó, me confió, con la muerte de su hijo en un accidente: “No estaba preparado para el dolor”, balbuceó mientras bajaba la mirada, como si el dolor volviese sin querer.
¿Sabes? Nadie está preparado para la adversidad. Pero, el consejo del sabio es: “En el día de la adversidad, considera”. Otras versiones traducen “reflexiona”. Reflexionar es el acto de detenerse y pensar. Pensar ¿en qué? En que Dios hizo tanto el bien como la adversidad. ¿Cómo?
En el texto de hoy, el escritor atribuye a Dios el bien y el mal. Eso es típico de la literatura hebrea; en realidad, es típico del ser humano. Finalmente, todo lo que sucede en este mundo se atribuye a Dios porque, al fin de cuentas, él es Dios. Nada sucede debajo del sol sin su consentimiento. Él podría evitar que el dolor tocase la vida de sus hijos; pero, muchas veces, no lo impide porque es la única manera de hacernos crecer.
Recuerdo cuando era joven y me gustaba el deporte. Las horas de entrenamiento eran terribles y dolorosas, pero era la única manera de adquirir fortaleza física para el momento del partido.
Esta vida es una lucha permanente entre el bien y el mal. El campo de batalla es el corazón del ser humano. El enemigo hará todo lo que pueda para apoderarse de tu corazón; y, para eso, echará mano del dolor. Le gusta ver sufrir a los hombres. Sabe que cada vez que sufres él está tocando el corazón de Dios. Pero, el Señor permite que, a pesar de eso, tú atravieses por el valle del sufrimiento.
Por otro lado, saldrás más maduro; como la piedra bruta que fue pulida y se transformó en un bello diamante.
Por eso, hoy, no te desanimes si hay nubes en tu cielo o si el sol pareciera haberse ocultado. Tómate de la mano de Jesús, y enfrenta las dificultades. “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él”.
✏️ Alejandro B
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📖 En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él. Eclesiastés 7:14.
Lo vi sin querer. Sentado en la escalinata de la estación del tren. Alto, cabello castaño hasta los hombros, ojos pardos. Estaba desecho. Jamás habría podido reconocerlo, si él no hubiese gritado mi nombre.
Me contó la triste historia de su vida. Había fracasado, en los negocios y en la vida. Dos matrimonios deshechos; tres hijos que se avergonzaban del padre, esclavo del alcohol, en fin… El típico ser humano destruido por las circunstancias. Todo empezó, me confió, con la muerte de su hijo en un accidente: “No estaba preparado para el dolor”, balbuceó mientras bajaba la mirada, como si el dolor volviese sin querer.
¿Sabes? Nadie está preparado para la adversidad. Pero, el consejo del sabio es: “En el día de la adversidad, considera”. Otras versiones traducen “reflexiona”. Reflexionar es el acto de detenerse y pensar. Pensar ¿en qué? En que Dios hizo tanto el bien como la adversidad. ¿Cómo?
En el texto de hoy, el escritor atribuye a Dios el bien y el mal. Eso es típico de la literatura hebrea; en realidad, es típico del ser humano. Finalmente, todo lo que sucede en este mundo se atribuye a Dios porque, al fin de cuentas, él es Dios. Nada sucede debajo del sol sin su consentimiento. Él podría evitar que el dolor tocase la vida de sus hijos; pero, muchas veces, no lo impide porque es la única manera de hacernos crecer.
Recuerdo cuando era joven y me gustaba el deporte. Las horas de entrenamiento eran terribles y dolorosas, pero era la única manera de adquirir fortaleza física para el momento del partido.
Esta vida es una lucha permanente entre el bien y el mal. El campo de batalla es el corazón del ser humano. El enemigo hará todo lo que pueda para apoderarse de tu corazón; y, para eso, echará mano del dolor. Le gusta ver sufrir a los hombres. Sabe que cada vez que sufres él está tocando el corazón de Dios. Pero, el Señor permite que, a pesar de eso, tú atravieses por el valle del sufrimiento.
Por otro lado, saldrás más maduro; como la piedra bruta que fue pulida y se transformó en un bello diamante.
Por eso, hoy, no te desanimes si hay nubes en tu cielo o si el sol pareciera haberse ocultado. Tómate de la mano de Jesús, y enfrenta las dificultades. “En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él”.
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🔎 SUJECIÓN
📖 Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones. Tito 2:9.
Escuché una vez la historia de un hombre que, en la empresa donde trabajaba, era el primero en llegar y el último en salir. Trabajaba como si la empresa fuese suya. Era, por mucho, el empleado que más producía y que menos reclamaba.
Al llegar el mes de diciembre, el patrón lo llamó aparte y le dijo:
-¡Estoy muy agradecido por tu trabajo! Cuidas de tus deberes como si la empresa fuese tuya.
-No, señor -le respondió el empleado-: cuido de todo como si la empresa fuese de Dios.
Evidentemente, este hombre había entendido que el cristianismo no se limita a la iglesia. Es bueno cantar, orar y estudiar la Biblia; es maravilloso cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar su nombre. Pero, es un argumento contundente en favor del cristianismo cuando los cristianos hacen de su lugar de trabajo un pulpito, desde donde se predica el evangelio sin palabras; donde la retórica está constituida por las acciones y el cumplimiento fiel del deber.
Lo interesante es que la fidelidad a Dios en los mínimos detalles beneficia al propio cristiano: no busca el beneficio, pero las bendiciones aparecen.
En el caso del hombre de nuestra ilustración, el patrón le dio una buena cantidad de dinero extra, como gratificación por sus servicios, y lo ascendió de puesto dentro de la empresa.
Este puede ser un día de trabajo diligente, de esmero en la práctica del deber, de iniciativa para ir más allá de lo que el deber impone. La mejor manera de hacer del trabajo una tarea agradable es convertirlo en un acto de adoración, cultivar la idea de que no trabajas para seres humanos sino para Dios.
Con estos pensamientos en mente, enfrenta los desafíos de un nuevo día en el poder y la sabiduría que provienen de Dios. Que tu presencia en la calle, en la escuela, en la familia o en el lugar de trabajo sea una fragancia suave, de olor agradable. Que las personas sean atraídas a Jesús por el poder de tu vida, y no solamente por la fuerza de tus palabras.
Y recuerda el consejo de Pablo: “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones”.
✏️ Alejandro B
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📖 Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones. Tito 2:9.
Escuché una vez la historia de un hombre que, en la empresa donde trabajaba, era el primero en llegar y el último en salir. Trabajaba como si la empresa fuese suya. Era, por mucho, el empleado que más producía y que menos reclamaba.
Al llegar el mes de diciembre, el patrón lo llamó aparte y le dijo:
-¡Estoy muy agradecido por tu trabajo! Cuidas de tus deberes como si la empresa fuese tuya.
-No, señor -le respondió el empleado-: cuido de todo como si la empresa fuese de Dios.
Evidentemente, este hombre había entendido que el cristianismo no se limita a la iglesia. Es bueno cantar, orar y estudiar la Biblia; es maravilloso cuando el pueblo de Dios se reúne para alabar su nombre. Pero, es un argumento contundente en favor del cristianismo cuando los cristianos hacen de su lugar de trabajo un pulpito, desde donde se predica el evangelio sin palabras; donde la retórica está constituida por las acciones y el cumplimiento fiel del deber.
Lo interesante es que la fidelidad a Dios en los mínimos detalles beneficia al propio cristiano: no busca el beneficio, pero las bendiciones aparecen.
En el caso del hombre de nuestra ilustración, el patrón le dio una buena cantidad de dinero extra, como gratificación por sus servicios, y lo ascendió de puesto dentro de la empresa.
Este puede ser un día de trabajo diligente, de esmero en la práctica del deber, de iniciativa para ir más allá de lo que el deber impone. La mejor manera de hacer del trabajo una tarea agradable es convertirlo en un acto de adoración, cultivar la idea de que no trabajas para seres humanos sino para Dios.
Con estos pensamientos en mente, enfrenta los desafíos de un nuevo día en el poder y la sabiduría que provienen de Dios. Que tu presencia en la calle, en la escuela, en la familia o en el lugar de trabajo sea una fragancia suave, de olor agradable. Que las personas sean atraídas a Jesús por el poder de tu vida, y no solamente por la fuerza de tus palabras.
Y recuerda el consejo de Pablo: “Exhorta a los siervos a que se sujeten a sus amos, que agraden en todo, que no sean respondones”.
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🔎 ¿HASTA CUÁNDO?
📖 Dijo Dios a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 1 Samuel 16:1.
Samuel era un profeta. Pero, también era un ser humano. Los profetas eran personas, con todas las virtudes y los defectos de cualquiera. Su amigo, el rey Saúl, había sido destituido, por Dios, del trono. Continuaba en el cargo pero, para el Señor, era como si él no existiese. Y Samuel lloraba, por causa de la nostalgia; tal vez, por miedo del futuro. Quién sabe.
Dios sí sabía el motivo de la tristeza del profeta. A pesar de los designios de Dios, y aunque Dios no aceptaba más a Saúl como rey, Samuel se aferraba del pasado y se negaba a entender que las cosas cambian, y que era necesario avanzar.
Una noche, Dios habló con Samuel y le preguntó: “¿Por qué lloras?” Cada vez que Dios pregunta algo al ser humano, no es porque no sepa, sino porque desea que el hombre piense; pensar es la mejor manera de entender. La intención de Dios era que Samuel entendiese que la vida tiene etapas. Es triste cuando el adulto se comporta como niño o cuando el joven tiene la actitud de un anciano.
La etapa de Saúl había pasado; la causa de su destitución no es tema de este devocional. El pensamiento que deseo destacar es que había llegado la hora de terminar una etapa y comenzar otra. Pero el profeta se resistía a hacerlo.
Existen personas para quienes los tiempos antiguos siempre fueron mejores. Puede ser. El asunto no es si antes fue mejor o peor; lo que importa es que el presente está en tus manos y es necesario vivirlo. Cada vez que vives el presente mirando hacia el pasado, corres el riesgo de chocar contra cualquier obstáculo. Hay mucha gente herida porque no miró para el frente. Trató de vivir el presente con la mirada hacia atrás.
Hoy puede ser un día diferente para ti. Todo día puede serlo. Observa que, aunque la luz del sol es la misma todos los días, siempre existe un nuevo matiz en cada amanecer.
Por lo tanto, prepárate para los grandes desafíos y las victorias que el Señor Jesús preparó para ti. Pero no olvides lo que Dios preguntó a Samuel: “¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey”.
✏️ Alejandro B
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📖 Dijo Dios a Samuel: ¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey. 1 Samuel 16:1.
Samuel era un profeta. Pero, también era un ser humano. Los profetas eran personas, con todas las virtudes y los defectos de cualquiera. Su amigo, el rey Saúl, había sido destituido, por Dios, del trono. Continuaba en el cargo pero, para el Señor, era como si él no existiese. Y Samuel lloraba, por causa de la nostalgia; tal vez, por miedo del futuro. Quién sabe.
Dios sí sabía el motivo de la tristeza del profeta. A pesar de los designios de Dios, y aunque Dios no aceptaba más a Saúl como rey, Samuel se aferraba del pasado y se negaba a entender que las cosas cambian, y que era necesario avanzar.
Una noche, Dios habló con Samuel y le preguntó: “¿Por qué lloras?” Cada vez que Dios pregunta algo al ser humano, no es porque no sepa, sino porque desea que el hombre piense; pensar es la mejor manera de entender. La intención de Dios era que Samuel entendiese que la vida tiene etapas. Es triste cuando el adulto se comporta como niño o cuando el joven tiene la actitud de un anciano.
La etapa de Saúl había pasado; la causa de su destitución no es tema de este devocional. El pensamiento que deseo destacar es que había llegado la hora de terminar una etapa y comenzar otra. Pero el profeta se resistía a hacerlo.
Existen personas para quienes los tiempos antiguos siempre fueron mejores. Puede ser. El asunto no es si antes fue mejor o peor; lo que importa es que el presente está en tus manos y es necesario vivirlo. Cada vez que vives el presente mirando hacia el pasado, corres el riesgo de chocar contra cualquier obstáculo. Hay mucha gente herida porque no miró para el frente. Trató de vivir el presente con la mirada hacia atrás.
Hoy puede ser un día diferente para ti. Todo día puede serlo. Observa que, aunque la luz del sol es la misma todos los días, siempre existe un nuevo matiz en cada amanecer.
Por lo tanto, prepárate para los grandes desafíos y las victorias que el Señor Jesús preparó para ti. Pero no olvides lo que Dios preguntó a Samuel: “¿Hasta cuándo llorarás a Saúl, habiéndolo yo desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite, y ven, te enviaré a Isaí de Belén, porque de sus hijos me he provisto de rey”.
✏️ Alejandro B
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🔎 ERES O NO ERES
📖 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce. Santiago 3:12.
Diego se despertó jadeando. Había tenido pesadillas toda la noche. Al amanecer el nuevo día y mirarse en el espejo, vio las marcas de una noche mal dormida. Hace tiempo que Diego vivía un tormento; y sabía que era necesario cambiar de rumbo. Se quedaba hasta altas horas de la noche mirando películas de terror. Después, esas imágenes volvían a su inconsciente durante las horas de reposo, y dificultaban su descanso.
Pero, la angustia de Diego iba más allá. Como el apóstol Pablo, se arrodillaba muchas veces y clamaba a Dios: “¿Por qué hago el mal que no quiero y el bien que deseo, no puedo?”
El versículo de hoy trae la respuesta. ¿Puede una fuente emanar agua salada y dulce al mismo tiempo? La respuesta es obvia. Eres lo que lees, oyes y miras. Son los mensajes que colocas en tu mente los que alimentan a la naturaleza de Cristo o a la naturaleza pecaminosa, que habitan dentro de ti. Si deseas andar en los caminos de Dios, tendrás necesariamente que alimentar a la naturaleza de Cristo.
La incoherencia, en el comportamiento de Diego, era que anhelaba ser un buen cristiano, alimentando a la naturaleza mala. En el momento del accionar, su mente decía una cosa, teóricamente sabía qué camino seguir; pero, el cuerpo lo llevaba a andar por senderos extraños.
Si eres higuera, afirma Santiago, producirás higos. Pero, la tragedia de muchos es que, siendo higuera, quieren producir aceitunas. Y eso no funciona; es contrario a la naturaleza.
Haz de hoy un día de revisión de tus fuentes. Coloca en tu mente mensajes que alimenten y edifiquen a la naturaleza de Cristo. Revisa tu biblioteca, la colección de tus discos o tus videos. Piensa en los lugares que concurres cuando navegas en Internet. En fin, hazte la vida cristiana más fácil.
Dios está siempre dispuesto a dar fuerzas al cansado. Nada hay que él no pueda hacer en tu vida, si con humildad lo buscas.
Antes de ir hacia tus actividades diarias, recuerda la pregunta de Santiago: “Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce”.
✏️ Alejandro B
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📖 Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce. Santiago 3:12.
Diego se despertó jadeando. Había tenido pesadillas toda la noche. Al amanecer el nuevo día y mirarse en el espejo, vio las marcas de una noche mal dormida. Hace tiempo que Diego vivía un tormento; y sabía que era necesario cambiar de rumbo. Se quedaba hasta altas horas de la noche mirando películas de terror. Después, esas imágenes volvían a su inconsciente durante las horas de reposo, y dificultaban su descanso.
Pero, la angustia de Diego iba más allá. Como el apóstol Pablo, se arrodillaba muchas veces y clamaba a Dios: “¿Por qué hago el mal que no quiero y el bien que deseo, no puedo?”
El versículo de hoy trae la respuesta. ¿Puede una fuente emanar agua salada y dulce al mismo tiempo? La respuesta es obvia. Eres lo que lees, oyes y miras. Son los mensajes que colocas en tu mente los que alimentan a la naturaleza de Cristo o a la naturaleza pecaminosa, que habitan dentro de ti. Si deseas andar en los caminos de Dios, tendrás necesariamente que alimentar a la naturaleza de Cristo.
La incoherencia, en el comportamiento de Diego, era que anhelaba ser un buen cristiano, alimentando a la naturaleza mala. En el momento del accionar, su mente decía una cosa, teóricamente sabía qué camino seguir; pero, el cuerpo lo llevaba a andar por senderos extraños.
Si eres higuera, afirma Santiago, producirás higos. Pero, la tragedia de muchos es que, siendo higuera, quieren producir aceitunas. Y eso no funciona; es contrario a la naturaleza.
Haz de hoy un día de revisión de tus fuentes. Coloca en tu mente mensajes que alimenten y edifiquen a la naturaleza de Cristo. Revisa tu biblioteca, la colección de tus discos o tus videos. Piensa en los lugares que concurres cuando navegas en Internet. En fin, hazte la vida cristiana más fácil.
Dios está siempre dispuesto a dar fuerzas al cansado. Nada hay que él no pueda hacer en tu vida, si con humildad lo buscas.
Antes de ir hacia tus actividades diarias, recuerda la pregunta de Santiago: “Hermanos míos, ¿puede la higuera producir aceitunas, o la vid higos? Así también ninguna fuente puede hacer agua salada y dulce”.
✏️ Alejandro B
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🔎 EL AMOR
📖 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. 1 Corintios 13:4.
Intentemos definir el amor. Digo “intentemos” porque, si Dios es amor, definir el amor será tan difícil como lo es definir a Dios. La palabra imposible encuadraría mejor.
Lo que me impresiona de las enseñanzas bíblicas es que los escritores no enfatizan definiciones y conceptos; eso sería caer en el terreno peligroso de la teoría desprovista de practicidad. El énfasis de los escritores sagrados está en la aplicación de los conceptos teóricos. Por eso, en la Biblia resulta difícil encontrar una definición teórica del amor; más bien, encontramos la descripción del amor en la vida práctica.
Esa descripción está registrada en el versículo de hoy. El propósito de Pablo es llevarnos a pensar en este tipo de amor, y compararlo con la manera en que nosotros amamos.
¿Cómo sería nuestro hogar si estas características del amor estuviesen presentes en cada miembro de la familia? Pero, estas características son propias del amor, fruto del Espíritu. Y los frutos no aparecen de un momento para otro, involucran crecimiento y desarrollo.
No te desesperes si mañana mismo no aparecen estas características en tu amor. Simplemente ve a Jesús, búscalo cada día en oración, suplícale que desarrolle en ti la capacidad de amar con un amor auténtico, y te sorprenderás con los resultados.
Fue eso lo que sucedió en la vida del apóstol Juan. Él llegó a Jesús como “el hijo del trueno”. Pero, en la convivencia diaria con Jesucristo, se fue desarrollando en él el amor de Dios; apareció el fruto del Espíritu. Y, cuando lo encontramos en la isla de Palmos, años más tarde, ya no es más el “hijo del trueno”: se ha transformado en el “discípulo del amor”.
Levántate, asómate a la ventana. Ha empezado un nuevo día, y para ti puede ser una linda experiencia de compañerismo con Jesús. No te asustes con las tormentas que ves aproximarse; escóndete en Jesús. Vive a su lado, y prepárate para ver las maravillas que él es capaz de hacer en tu vida.
¡Ah! Y recuerda que “el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”.
✏️ Alejandro B
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📖 El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece. 1 Corintios 13:4.
Intentemos definir el amor. Digo “intentemos” porque, si Dios es amor, definir el amor será tan difícil como lo es definir a Dios. La palabra imposible encuadraría mejor.
Lo que me impresiona de las enseñanzas bíblicas es que los escritores no enfatizan definiciones y conceptos; eso sería caer en el terreno peligroso de la teoría desprovista de practicidad. El énfasis de los escritores sagrados está en la aplicación de los conceptos teóricos. Por eso, en la Biblia resulta difícil encontrar una definición teórica del amor; más bien, encontramos la descripción del amor en la vida práctica.
Esa descripción está registrada en el versículo de hoy. El propósito de Pablo es llevarnos a pensar en este tipo de amor, y compararlo con la manera en que nosotros amamos.
¿Cómo sería nuestro hogar si estas características del amor estuviesen presentes en cada miembro de la familia? Pero, estas características son propias del amor, fruto del Espíritu. Y los frutos no aparecen de un momento para otro, involucran crecimiento y desarrollo.
No te desesperes si mañana mismo no aparecen estas características en tu amor. Simplemente ve a Jesús, búscalo cada día en oración, suplícale que desarrolle en ti la capacidad de amar con un amor auténtico, y te sorprenderás con los resultados.
Fue eso lo que sucedió en la vida del apóstol Juan. Él llegó a Jesús como “el hijo del trueno”. Pero, en la convivencia diaria con Jesucristo, se fue desarrollando en él el amor de Dios; apareció el fruto del Espíritu. Y, cuando lo encontramos en la isla de Palmos, años más tarde, ya no es más el “hijo del trueno”: se ha transformado en el “discípulo del amor”.
Levántate, asómate a la ventana. Ha empezado un nuevo día, y para ti puede ser una linda experiencia de compañerismo con Jesús. No te asustes con las tormentas que ves aproximarse; escóndete en Jesús. Vive a su lado, y prepárate para ver las maravillas que él es capaz de hacer en tu vida.
¡Ah! Y recuerda que “el amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece”.
✏️ Alejandro B
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🔎 ENGAÑO
📖 Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana. Daniel 8:25.
Sagacidad, astucia, engaño; armas mortales en las manos del enemigo de Dios. A fin de cuentas, él solo tiene dos maneras de llevarte a la destrucción: por la fuerza o por el engaño. La fuerza no le da mucho resultado: a lo largo de la historia, cada vez que ha usado la fuerza, el pueblo de Dios ha sido más fiel. En el dolor y la persecución, los hijos se vuelven al Padre en busca de protección.
Ya el engaño es un arma que le da buenos resultados. Te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida y, sin embargo, te conduce a la muerte. Disfraza la verdad, la camufla y te convence del error.
El versículo de hoy es una profecía que habla de las actividades del enemigo de Dios, disfrazado: “Con sagacidad hará prosperar el engaño en su mano”. Aquí se habla de prosperidad, de aparente victoria. Llegará un momento, en la historia, en que el bien dará la impresión de haber sucumbido delante del mal. Las personas serán confundidas; llamarán al mal bien, y al bien, mal.
Al ver que multitudes lo siguen, la profecía añade que “su corazón se engrandecerá”. Llegará al punto de pensar que es Dios, y reclamará la adoración de todos. Como esto no sucederá, porque siempre existirán personas fieles a la Palabra de Dios, “sin aviso destruirá a muchos”, completa el profeta Daniel. ¿Puedes creer que, en el final de los tiempos, habrá gentes que serán perseguidas por no integrarse a la mayoría?
La única manera de ser “vacunados” contra el engaño es conocer la verdad. Y la verdad es la Palabra de Dios.
¿Qué harás con ella? ¿La guardarás en el estante de libros? ¿La colocarás en la sala, como una pieza de decoración? ¿O la abrirás, deseoso de conocer el plan que Dios tiene para ti?
Haz de este día, un día de estudio de la Biblia. El tiempo que empleas en tu devoción personal es una inversión para la vida eterna. No salgas sin la certidumbre de que el Señor Jesús va contigo. Y no te olvides: “Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana”.
✏️ Alejandro B
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📖 Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana. Daniel 8:25.
Sagacidad, astucia, engaño; armas mortales en las manos del enemigo de Dios. A fin de cuentas, él solo tiene dos maneras de llevarte a la destrucción: por la fuerza o por el engaño. La fuerza no le da mucho resultado: a lo largo de la historia, cada vez que ha usado la fuerza, el pueblo de Dios ha sido más fiel. En el dolor y la persecución, los hijos se vuelven al Padre en busca de protección.
Ya el engaño es un arma que le da buenos resultados. Te hace creer que el camino que sigues te lleva a la vida y, sin embargo, te conduce a la muerte. Disfraza la verdad, la camufla y te convence del error.
El versículo de hoy es una profecía que habla de las actividades del enemigo de Dios, disfrazado: “Con sagacidad hará prosperar el engaño en su mano”. Aquí se habla de prosperidad, de aparente victoria. Llegará un momento, en la historia, en que el bien dará la impresión de haber sucumbido delante del mal. Las personas serán confundidas; llamarán al mal bien, y al bien, mal.
Al ver que multitudes lo siguen, la profecía añade que “su corazón se engrandecerá”. Llegará al punto de pensar que es Dios, y reclamará la adoración de todos. Como esto no sucederá, porque siempre existirán personas fieles a la Palabra de Dios, “sin aviso destruirá a muchos”, completa el profeta Daniel. ¿Puedes creer que, en el final de los tiempos, habrá gentes que serán perseguidas por no integrarse a la mayoría?
La única manera de ser “vacunados” contra el engaño es conocer la verdad. Y la verdad es la Palabra de Dios.
¿Qué harás con ella? ¿La guardarás en el estante de libros? ¿La colocarás en la sala, como una pieza de decoración? ¿O la abrirás, deseoso de conocer el plan que Dios tiene para ti?
Haz de este día, un día de estudio de la Biblia. El tiempo que empleas en tu devoción personal es una inversión para la vida eterna. No salgas sin la certidumbre de que el Señor Jesús va contigo. Y no te olvides: “Con su sagacidad hará prosperar el engaño en su mano; y en su corazón se engrandecerá, y sin aviso destruirá a muchos; y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana”.
✏️ Alejandro B
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🔎 PROSPERIDAD Y MANDAMIENTOS
📖 Porque siguió a Dios, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Dios prescribió a Moisés. 2 Reyes 18:6.
¿Algún día lo lograré?, se pregunta. El éxito de sus padres la asusta. Thais es una chica llena de sueños, planes y proyectos. Acaba de diplomarse en Medicina.
Los padres, ambos médicos, son famosos, con carreras sólidas y una excelente reputación en el ámbito profesional. Personas importantes acuden a la clínica de sus padres, y todo ese éxito la cohíbe y la atemoriza. ¿Cuál es el secreto de la prosperidad? ¿Cuál era el secreto de sus padres?
El versículo de hoy menciona el secreto de la prosperidad y del éxito en la vida del rey Ezequías. Y enseña una lección que debe ser tomada en cuenta por todo aquel que desea ser un vencedor. Todo lo que fue escrito en la Biblia fue escrito para nuestra edificación; el plan de Dios es mostrarte el camino y enseñarte a andar.
El problema de mucha gente es que desea tener éxito, pero usa los tres puntos del versículo de hoy en orden inverso. Nota el orden correcto: Seguir a Dios, no apartarse de él y, después, guardar sus mandamientos. Este último es consecuencia, y no causa.
Algunos sinceros hijos de Dios piensan que pueden lograr que Dios los ame más haciendo algo. ¡Eso es imposible! ¡Nada que yo haga logrará que Dios me ame más, así como no hay algo que yo haga para que Dios me ame menos!
Guardar los mandamientos solo vale si es una consecuencia de seguir a Dios y no apartarse de él. La obediencia es fruto de relacionarse correctamente con la Fuente de la obediencia, que es Jesús.
Hoy comenzaste tu día haciendo una buena decisión: cultivar la comunión con Dios, seguirlo, no apartarte de él. El resultado será la obediencia natural a los mandamientos. Será una experiencia tan placentera como beber una limonada fría en una tarde caliente de verano. Ese es el secreto de la prosperidad y de la victoria.
Thais, Jacobo, Marcos, Luisa; no importa tu nombre ni cuáles sean tus sueños; no importan los gigantes que necesitas vencer. Lo que importa es que has descubierto el secreto de la prosperidad. Haz como Ezequías, “porque siguió a Dios, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Dios prescribió a Moisés”.
✏️ Alejandro B
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📖 Porque siguió a Dios, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Dios prescribió a Moisés. 2 Reyes 18:6.
¿Algún día lo lograré?, se pregunta. El éxito de sus padres la asusta. Thais es una chica llena de sueños, planes y proyectos. Acaba de diplomarse en Medicina.
Los padres, ambos médicos, son famosos, con carreras sólidas y una excelente reputación en el ámbito profesional. Personas importantes acuden a la clínica de sus padres, y todo ese éxito la cohíbe y la atemoriza. ¿Cuál es el secreto de la prosperidad? ¿Cuál era el secreto de sus padres?
El versículo de hoy menciona el secreto de la prosperidad y del éxito en la vida del rey Ezequías. Y enseña una lección que debe ser tomada en cuenta por todo aquel que desea ser un vencedor. Todo lo que fue escrito en la Biblia fue escrito para nuestra edificación; el plan de Dios es mostrarte el camino y enseñarte a andar.
El problema de mucha gente es que desea tener éxito, pero usa los tres puntos del versículo de hoy en orden inverso. Nota el orden correcto: Seguir a Dios, no apartarse de él y, después, guardar sus mandamientos. Este último es consecuencia, y no causa.
Algunos sinceros hijos de Dios piensan que pueden lograr que Dios los ame más haciendo algo. ¡Eso es imposible! ¡Nada que yo haga logrará que Dios me ame más, así como no hay algo que yo haga para que Dios me ame menos!
Guardar los mandamientos solo vale si es una consecuencia de seguir a Dios y no apartarse de él. La obediencia es fruto de relacionarse correctamente con la Fuente de la obediencia, que es Jesús.
Hoy comenzaste tu día haciendo una buena decisión: cultivar la comunión con Dios, seguirlo, no apartarte de él. El resultado será la obediencia natural a los mandamientos. Será una experiencia tan placentera como beber una limonada fría en una tarde caliente de verano. Ese es el secreto de la prosperidad y de la victoria.
Thais, Jacobo, Marcos, Luisa; no importa tu nombre ni cuáles sean tus sueños; no importan los gigantes que necesitas vencer. Lo que importa es que has descubierto el secreto de la prosperidad. Haz como Ezequías, “porque siguió a Dios, y no se apartó de él, sino que guardó los mandamientos que Dios prescribió a Moisés”.
✏️ Alejandro B
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🔎 PROPÓSITO DEL DOLOR
📖 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:2.
El versículo de hoy muestra el lugar de las pruebas en la vida del cristiano. El ser humano no fue creado para sufrir. El dolor es una experiencia intrusa en la vida del hombre, y vino después de la entrada del pecado en el mundo. El dolor nace en la mente del enemigo; pero Dios, en su infinito amor, lo toma y lo transforma en un instrumento de crecimiento y de purificación, para el ser humano. Eso es lo que dice Juan 15:2: “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”.
El verbo “limpiar”, en griego, es kathairo, e involucra la idea de purificación a través del sufrimiento. El verbo más adecuado sería “purgar”. ¿Tomaste purgante alguna vez? Es horrible; pero, más horrible son los efectos colaterales, el dolor de estómago, la incomodidad, el malestar. Pero, a pesar de eso, aceptas el purgante porque sabes que te estás limpiando de las impurezas.
Jesús hace lo mismo con nosotros, al permitir que el dolor llegue a nuestras vidas. Él desea que crezcamos, que seamos limpios. ¿Para qué? Para que llevemos más fruto. Es en el dolor que se aprende a depender de Dios; es a través de las lágrimas que, muchas veces, encontramos lo que habíamos perdido hace ya mucho tiempo: la maravillosa experiencia de comunión con Cristo.
Conozco más de una persona en cuya vida el dolor fue redentor. Mientras las cosas iban bien, cayeron en la monotonía de la vida y dejaron a Jesús en un segundo plano. Perdieron el primer amor; se volvieron miembros de un club religioso y nada más. Pero de repente, el cielo azul de esas personas se cubrió de nubes cargadas de tormenta. De un momento a otro empezó la tempestad, y la embarcación parecía zozobrar.
En ese momento, sin saber a dónde ir, se acordaron de Jesús y volvieron los ojos hacia él, en busca de ayuda. A partir de ese momento, la vida cristiana de esas personas se volvió una vida exuberante y llena de frutos, para la gloria de Dios.
Por eso, si hoy no hay sol en tu horizonte, recuerda que “todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”.
✏️ Alejandro B
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📖 Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Juan 15:2.
El versículo de hoy muestra el lugar de las pruebas en la vida del cristiano. El ser humano no fue creado para sufrir. El dolor es una experiencia intrusa en la vida del hombre, y vino después de la entrada del pecado en el mundo. El dolor nace en la mente del enemigo; pero Dios, en su infinito amor, lo toma y lo transforma en un instrumento de crecimiento y de purificación, para el ser humano. Eso es lo que dice Juan 15:2: “y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”.
El verbo “limpiar”, en griego, es kathairo, e involucra la idea de purificación a través del sufrimiento. El verbo más adecuado sería “purgar”. ¿Tomaste purgante alguna vez? Es horrible; pero, más horrible son los efectos colaterales, el dolor de estómago, la incomodidad, el malestar. Pero, a pesar de eso, aceptas el purgante porque sabes que te estás limpiando de las impurezas.
Jesús hace lo mismo con nosotros, al permitir que el dolor llegue a nuestras vidas. Él desea que crezcamos, que seamos limpios. ¿Para qué? Para que llevemos más fruto. Es en el dolor que se aprende a depender de Dios; es a través de las lágrimas que, muchas veces, encontramos lo que habíamos perdido hace ya mucho tiempo: la maravillosa experiencia de comunión con Cristo.
Conozco más de una persona en cuya vida el dolor fue redentor. Mientras las cosas iban bien, cayeron en la monotonía de la vida y dejaron a Jesús en un segundo plano. Perdieron el primer amor; se volvieron miembros de un club religioso y nada más. Pero de repente, el cielo azul de esas personas se cubrió de nubes cargadas de tormenta. De un momento a otro empezó la tempestad, y la embarcación parecía zozobrar.
En ese momento, sin saber a dónde ir, se acordaron de Jesús y volvieron los ojos hacia él, en busca de ayuda. A partir de ese momento, la vida cristiana de esas personas se volvió una vida exuberante y llena de frutos, para la gloria de Dios.
Por eso, si hoy no hay sol en tu horizonte, recuerda que “todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto”.
✏️ Alejandro B
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🔎 ¿CUÁL ES EL CAMINO?
📖 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Juan 14:5.
La preocupación del ser humano siempre es encontrar el camino que lo lleve a la felicidad. En cierta ocasión, Tomás pidió a Jesús: “Señor, muéstranos el camino”. Y la respuesta del Maestro fue: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús es el Camino y la Verdad. No existe nada más concreto y absoluto que Jesús.
Desdichadamente, vivimos en días en que la verdad, para los seres humanos, se ha vuelto relativa. El pluralismo y el relativismo son dos filosofías que están impregnadas en todo. El pluralismo enseña que, desde el momento que no existe un solo ser humano, es lógico que no pueda haber solo un concepto correcto. Pluralismo proviene de ahí, de la palabra plural, “muchos”.
Consecuentemente, nace el relativismo porque, si existen muchas maneras de pensar, no puede existir una sola verdad, sino muchas. Por tanto, la verdad es relativa; mejor dicho, depende de lo que cada uno quiera pensar.
Pero, cuando Jesús afirmó que él es la verdad, estaba yendo en contra del pluralismo y del relativismo. La verdad, desde el punto de vista bíblico, es absoluta y está basada en la Palabra de Dios. Jesús lo dijo en su oración sacerdotal: “Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es la verdad”.
Pero, al final de cuentas, la verdad ¿es Jesús o es la Palabra de Dios? ¡Ambos! Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. En Jesús, la palabra no era solo teoría: él era la Palabra hecha carne y vivida.
Esto sacude la idea de que la vida cristiana consiste solo en vivir en comunión teórica con Jesús, o que el cristianismo fervoroso se limita a hacer una declaración romántica de amor a Jesús y cantarle, lleno de emoción. Todo eso es bueno, pero la vida cristiana es más que solo eso: es vivir los principios de la Palabra de Dios.
Disponte a vivir los principios bíblicos, aunque las personas se burlen de tus convicciones o piensen que vives en la Edad de Piedra. Deposita tu confianza en Jesús; acepta las enseñanzas de su Palabra, y no digas, como Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”
✏️ Alejandro B
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📖 Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino? Juan 14:5.
La preocupación del ser humano siempre es encontrar el camino que lo lleve a la felicidad. En cierta ocasión, Tomás pidió a Jesús: “Señor, muéstranos el camino”. Y la respuesta del Maestro fue: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Jesús es el Camino y la Verdad. No existe nada más concreto y absoluto que Jesús.
Desdichadamente, vivimos en días en que la verdad, para los seres humanos, se ha vuelto relativa. El pluralismo y el relativismo son dos filosofías que están impregnadas en todo. El pluralismo enseña que, desde el momento que no existe un solo ser humano, es lógico que no pueda haber solo un concepto correcto. Pluralismo proviene de ahí, de la palabra plural, “muchos”.
Consecuentemente, nace el relativismo porque, si existen muchas maneras de pensar, no puede existir una sola verdad, sino muchas. Por tanto, la verdad es relativa; mejor dicho, depende de lo que cada uno quiera pensar.
Pero, cuando Jesús afirmó que él es la verdad, estaba yendo en contra del pluralismo y del relativismo. La verdad, desde el punto de vista bíblico, es absoluta y está basada en la Palabra de Dios. Jesús lo dijo en su oración sacerdotal: “Santifícalos en tu verdad, tu Palabra es la verdad”.
Pero, al final de cuentas, la verdad ¿es Jesús o es la Palabra de Dios? ¡Ambos! Jesús es el Verbo, la Palabra de Dios que se hizo carne y vino a habitar entre nosotros. En Jesús, la palabra no era solo teoría: él era la Palabra hecha carne y vivida.
Esto sacude la idea de que la vida cristiana consiste solo en vivir en comunión teórica con Jesús, o que el cristianismo fervoroso se limita a hacer una declaración romántica de amor a Jesús y cantarle, lleno de emoción. Todo eso es bueno, pero la vida cristiana es más que solo eso: es vivir los principios de la Palabra de Dios.
Disponte a vivir los principios bíblicos, aunque las personas se burlen de tus convicciones o piensen que vives en la Edad de Piedra. Deposita tu confianza en Jesús; acepta las enseñanzas de su Palabra, y no digas, como Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?”
✏️ Alejandro B
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🔎 CLAMARON
📖 De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Dios. Jueces 6:6.
Acostada en la cama de un hospital, Hermelinda trata de cobrar consciencia de lo que sucedió; por más que se esfuerza, no puede recordar. Sabe que un camión cruzó la calle con luz roja, y la atropello. Pero, lo único que llega a su mente es el grotesco chirrido de los neumáticos, aferrándose inútilmente al pavimento. Eso, y la visión de unos desesperados ojos negros en la vereda, mirándola como si adivinaran sus más íntimos temores. Después, todo se volvió oscuro… y despertó en el hospital, rodeada de paredes verdes y techo blanco.
La verdadera tragedia vino después, cuando el médico le dijo que necesitaba hacerle una serie de exámenes, para determinar con seguridad lo que le había pasado. Hermelinda tembló, de cabeza a cintura; los pies, ya no los sintió. Tuvo la impresión de que se los habían arrancado.
Algunos días después, vino el veredicto: había sufrido una lesión irreversible en la columna vertebral, y estaba condenada a una silla de ruedas para el resto de la vida.
La joven alta, delgada y de cabellos largos no lloró; no en público. Pero, a solas, derramó su alma al Señor. Pasó horas clamando a Dios. Aceptaba su situación, pero creía que Dios era un Dios que no conoce la palabra imposible.
Una noche, oró hasta la madrugada. Deberían ser las cuatro de la mañana. El gallo cantó. Poco tiempo después, oyó el ruido de la carroza que distribuía leche. El sol debía salir de un momento a otro, cuando ella decidió levantarse de la silla. “En el nombre de Dios, estoy sana”, se repitió a sí misma. Y se levantó. Cayó estrepitosamente en el suelo. Intentó levantarse dos, tres veces. Y, cuando estaba a punto de desistir, oyó una voz en el fondo de su corazón: “Levántate y anda”.
Y se levantó. Y anduvo. Y nadie, jamás, pudo explicar lo que sucedió con ella.
El versículo de hoy dice que los hijos de Israel clamaron. ¿Por qué clamaron? Porque los madianitas los habían empobrecido. Les habían quitado todo.
Hay un enemigo peor que los madianitas. Desea quitarte las cosas más valiosas que tienes. Por eso, hoy, no salgas sin recordar el consejo de Dios: “De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Dios”.
✏️ Alejandro B
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📖 De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Dios. Jueces 6:6.
Acostada en la cama de un hospital, Hermelinda trata de cobrar consciencia de lo que sucedió; por más que se esfuerza, no puede recordar. Sabe que un camión cruzó la calle con luz roja, y la atropello. Pero, lo único que llega a su mente es el grotesco chirrido de los neumáticos, aferrándose inútilmente al pavimento. Eso, y la visión de unos desesperados ojos negros en la vereda, mirándola como si adivinaran sus más íntimos temores. Después, todo se volvió oscuro… y despertó en el hospital, rodeada de paredes verdes y techo blanco.
La verdadera tragedia vino después, cuando el médico le dijo que necesitaba hacerle una serie de exámenes, para determinar con seguridad lo que le había pasado. Hermelinda tembló, de cabeza a cintura; los pies, ya no los sintió. Tuvo la impresión de que se los habían arrancado.
Algunos días después, vino el veredicto: había sufrido una lesión irreversible en la columna vertebral, y estaba condenada a una silla de ruedas para el resto de la vida.
La joven alta, delgada y de cabellos largos no lloró; no en público. Pero, a solas, derramó su alma al Señor. Pasó horas clamando a Dios. Aceptaba su situación, pero creía que Dios era un Dios que no conoce la palabra imposible.
Una noche, oró hasta la madrugada. Deberían ser las cuatro de la mañana. El gallo cantó. Poco tiempo después, oyó el ruido de la carroza que distribuía leche. El sol debía salir de un momento a otro, cuando ella decidió levantarse de la silla. “En el nombre de Dios, estoy sana”, se repitió a sí misma. Y se levantó. Cayó estrepitosamente en el suelo. Intentó levantarse dos, tres veces. Y, cuando estaba a punto de desistir, oyó una voz en el fondo de su corazón: “Levántate y anda”.
Y se levantó. Y anduvo. Y nadie, jamás, pudo explicar lo que sucedió con ella.
El versículo de hoy dice que los hijos de Israel clamaron. ¿Por qué clamaron? Porque los madianitas los habían empobrecido. Les habían quitado todo.
Hay un enemigo peor que los madianitas. Desea quitarte las cosas más valiosas que tienes. Por eso, hoy, no salgas sin recordar el consejo de Dios: “De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Dios”.
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🔎 ¡CUIDADO!
📖 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Eclesiastés 5:2.
La habitación estaba vacía, pero se respiraban recuerdos en cada uno de sus rincones; añoranzas con sabor de amargura; gemidos de un corazón hecho pedazos. Trozos de dolor, de incomprensión y de revuelta.
Los recuerdos se esparcían aquí y allí. La imagen de un niño pequeño jugando con sus cochecitos de madera la hacía volver al pasado; un pasado que, de tanto doler, se hacía presente cada amanecer.
Alba se mordió los labios, y maldijo a Dios. Lo hacía todos los días, desde la trágica mañana que contempló a su hijo sin vida. En su corazón de madre triste, ya no había lugar para la fe. Se negaba a seguir aceptando la idea de un Dios que permitía la muerte de un inocente.
El sabio Salomón, en el versículo de hoy, advierte: ¡Cuidado! “No te des prisa con tu boca”. No permitas que el sentimiento te lleve a decir algo de lo que más tarde te arrepentirás. Y la razón que el escritor bíblico presenta, para ser cauteloso con lo que se dice en el momento del dolor, es que “Dios está en el cielo y tú sobre la tierra”: no es posible entender los infinitos misterios de Dios con la finita mente humana. “Mis pensamientos no son los tuyos”, afirma el Señor a través de Isaías.
Yo sé que, si perdiste a un ser querido inesperadamente o si el dolor, en otra de sus muchas formas, ha tocado tu vida, la tendencia natural del ser humano es a no aceptar la realidad. Es que ni tú, ni yo ni nadie fuimos creados para sufrir. El sufrimiento es una experiencia intrusa en la vida humana. Es lógico que sientas repulsión por el dolor; pero, por otro lado, es necesario aprender a confiar en el amor de Dios. Dios jamás te prometió que en esta tierra no serías tocado por el dolor, pero prometió que, en el momento de las lágrimas, él estará a tu lado listo a enjugarlas y a fortalecerte, para pasar en medio del vendaval sin amilanarte.
Por eso, hoy, sacude el polvo de la insatisfacción y, a pesar de las adversidades, marcha tomado de la mano de tu Padre. Y “no te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras”.
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📖 No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras. Eclesiastés 5:2.
La habitación estaba vacía, pero se respiraban recuerdos en cada uno de sus rincones; añoranzas con sabor de amargura; gemidos de un corazón hecho pedazos. Trozos de dolor, de incomprensión y de revuelta.
Los recuerdos se esparcían aquí y allí. La imagen de un niño pequeño jugando con sus cochecitos de madera la hacía volver al pasado; un pasado que, de tanto doler, se hacía presente cada amanecer.
Alba se mordió los labios, y maldijo a Dios. Lo hacía todos los días, desde la trágica mañana que contempló a su hijo sin vida. En su corazón de madre triste, ya no había lugar para la fe. Se negaba a seguir aceptando la idea de un Dios que permitía la muerte de un inocente.
El sabio Salomón, en el versículo de hoy, advierte: ¡Cuidado! “No te des prisa con tu boca”. No permitas que el sentimiento te lleve a decir algo de lo que más tarde te arrepentirás. Y la razón que el escritor bíblico presenta, para ser cauteloso con lo que se dice en el momento del dolor, es que “Dios está en el cielo y tú sobre la tierra”: no es posible entender los infinitos misterios de Dios con la finita mente humana. “Mis pensamientos no son los tuyos”, afirma el Señor a través de Isaías.
Yo sé que, si perdiste a un ser querido inesperadamente o si el dolor, en otra de sus muchas formas, ha tocado tu vida, la tendencia natural del ser humano es a no aceptar la realidad. Es que ni tú, ni yo ni nadie fuimos creados para sufrir. El sufrimiento es una experiencia intrusa en la vida humana. Es lógico que sientas repulsión por el dolor; pero, por otro lado, es necesario aprender a confiar en el amor de Dios. Dios jamás te prometió que en esta tierra no serías tocado por el dolor, pero prometió que, en el momento de las lágrimas, él estará a tu lado listo a enjugarlas y a fortalecerte, para pasar en medio del vendaval sin amilanarte.
Por eso, hoy, sacude el polvo de la insatisfacción y, a pesar de las adversidades, marcha tomado de la mano de tu Padre. Y “no te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios; porque Dios está en el cielo, y tú sobre la tierra; por tanto, sean pocas tus palabras”.
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🔎 PRESTAR ATENCIÓN
📖 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Hebreos 2:1.
Seguramente, en algún lugar del mundo, alguien leerá estas líneas mientras el dolor de la derrota atormenta su alma. Alguien que consume, apresurado, las últimas frases de su propia historia seguramente querrá atesorar, en su corazón, el consejo de hoy. Alguna persona que desea borrar el pasado y empezar como si jamás hubiera terminado seguramente entenderá lo que Dios quiere decirle.
Pero, seguramente también, alguien, alrededor de la tierra, leerá lo que estoy escribiendo, y será como si nunca hubiese leído nada. No prestará atención mientras el otro lee en voz alta. Se olvidará, y será como si la semilla jamás hubiese caído en el terreno de su corazón.
Es la ley de la vida. No todos escuchan; y si escuchan, no oyen; y si oyen, no guardan. La semilla cae en terrenos diferentes. El propio Señor Jesucristo lo manifestó, en forma de parábola.
Pero, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has oído”. ¿De qué sirve tener un mapa en las manos, si no estás dispuesto a obedecer sus instrucciones? La Palabra de Dios contiene las instrucciones que llevan al puerto deseado de la felicidad. Nadie puede darse el lujo de ignorarla.
El camino hacia el fracaso está alfombrado de vidas que conocieron las Escrituras, pero las desobedecieron. Intentaron ser felices a su manera, siguiendo sus propios impulsos, y un día despertaron en las montañas frías de la infelicidad.
Nadie es feliz sólo porque desea serlo. Todo el mundo anhela llegar al valle encantado de la prosperidad. Pero, es imposible hacerlo sin seguir las instrucciones.
Por eso, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has oído”. La diligencia requiere trabajo y esfuerzo. Ninguna instrucción conduce a la realización si la persona no está dispuesta a pagar el precio: obediencia estricta a las instrucciones.
Haz de este día un día de victorias y de conquistas. Sacude el polvo de la derrota; hecha la mediocridad a un lado. No te conformes con lo que lograste hasta aquí. Existen montañas que todavía no fueron conquistadas; te aguardan a lo lejos. Sigue con fe, pero recuerda: “Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
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📖 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Hebreos 2:1.
Seguramente, en algún lugar del mundo, alguien leerá estas líneas mientras el dolor de la derrota atormenta su alma. Alguien que consume, apresurado, las últimas frases de su propia historia seguramente querrá atesorar, en su corazón, el consejo de hoy. Alguna persona que desea borrar el pasado y empezar como si jamás hubiera terminado seguramente entenderá lo que Dios quiere decirle.
Pero, seguramente también, alguien, alrededor de la tierra, leerá lo que estoy escribiendo, y será como si nunca hubiese leído nada. No prestará atención mientras el otro lee en voz alta. Se olvidará, y será como si la semilla jamás hubiese caído en el terreno de su corazón.
Es la ley de la vida. No todos escuchan; y si escuchan, no oyen; y si oyen, no guardan. La semilla cae en terrenos diferentes. El propio Señor Jesucristo lo manifestó, en forma de parábola.
Pero, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has oído”. ¿De qué sirve tener un mapa en las manos, si no estás dispuesto a obedecer sus instrucciones? La Palabra de Dios contiene las instrucciones que llevan al puerto deseado de la felicidad. Nadie puede darse el lujo de ignorarla.
El camino hacia el fracaso está alfombrado de vidas que conocieron las Escrituras, pero las desobedecieron. Intentaron ser felices a su manera, siguiendo sus propios impulsos, y un día despertaron en las montañas frías de la infelicidad.
Nadie es feliz sólo porque desea serlo. Todo el mundo anhela llegar al valle encantado de la prosperidad. Pero, es imposible hacerlo sin seguir las instrucciones.
Por eso, el consejo de hoy es: “Atiende con diligencia las cosas que has oído”. La diligencia requiere trabajo y esfuerzo. Ninguna instrucción conduce a la realización si la persona no está dispuesta a pagar el precio: obediencia estricta a las instrucciones.
Haz de este día un día de victorias y de conquistas. Sacude el polvo de la derrota; hecha la mediocridad a un lado. No te conformes con lo que lograste hasta aquí. Existen montañas que todavía no fueron conquistadas; te aguardan a lo lejos. Sigue con fe, pero recuerda: “Es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos”.
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🔎 BIENAVENTURADO
📖 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12.
El otoño se va. Aquí, en los Estados Unidos, el invierno llegó. Los copos de nieve ya empiezan a caer, como motitas encantadoras de algodón. Pero, lo que me impresiona es la resistencia de las hojas ante el frío destructor. No mueren conformadas, luchan. Su lucha es una explosión de maravillosos colores: verde, amarillo, rojo, anaranjado, en fin… como si un pintor hubiera pasado por la naturaleza derrochando todo su arte.
Las hojas mueren resistiendo hasta el fin. Mueren la gloriosa muerte de los inconformistas con la situación. Mueren derramando la última gota de vida, para alegría de los hombres. Si las hojas fuesen gente, la bienaventuranza de hoy sería para ellas. Soportan los vendavales del invierno hasta la muerte. Su corona de vida es el festival colorido de su muerte. Dios jamás habría presentado esta bienaventuranza si la victoria sobre el pecado no fuese segura. Al morir Jesús en la cruz y al resucitar el tercer día, estaba clavando la estocada fatal en el mismo corazón del enemigo de las almas.
Satanás, hoy, es un enemigo derrotado, agonizante… gimiendo los estertores de la muerte. No tiene más derecho de vencer a nadie; no tiene condiciones. Todo lo que puede hacer es tentarte; obligarte a ceder, no. Si caes es porque, de alguna manera, decidiste caer.
Si hay algo que el enemigo no puede hacer es obligarte a hacer lo que no quieres. Haz como las hojas: resiste. No estás solo. Cuando caes de rodillas, Dios envía millares de ángeles para auxiliarte. La batalla es dura, pero la victoria es segura. Hoy puede ser el día de victoria que tanto esperabas; hoy puedes levantarte de las cenizas.
Camina por la vida sin temor; levanta la frente en alto. Tu enemigo está a tus pies. La hora final le llegó. ¡Hoy es tu oportunidad! Sal en el nombre de Jesús, y enfrenta todo lo que venga por delante sabiendo que a tu lado marcha alguien que no conoce la derrota. Y no te olvides: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
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📖 Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman. Santiago 1:12.
El otoño se va. Aquí, en los Estados Unidos, el invierno llegó. Los copos de nieve ya empiezan a caer, como motitas encantadoras de algodón. Pero, lo que me impresiona es la resistencia de las hojas ante el frío destructor. No mueren conformadas, luchan. Su lucha es una explosión de maravillosos colores: verde, amarillo, rojo, anaranjado, en fin… como si un pintor hubiera pasado por la naturaleza derrochando todo su arte.
Las hojas mueren resistiendo hasta el fin. Mueren la gloriosa muerte de los inconformistas con la situación. Mueren derramando la última gota de vida, para alegría de los hombres. Si las hojas fuesen gente, la bienaventuranza de hoy sería para ellas. Soportan los vendavales del invierno hasta la muerte. Su corona de vida es el festival colorido de su muerte. Dios jamás habría presentado esta bienaventuranza si la victoria sobre el pecado no fuese segura. Al morir Jesús en la cruz y al resucitar el tercer día, estaba clavando la estocada fatal en el mismo corazón del enemigo de las almas.
Satanás, hoy, es un enemigo derrotado, agonizante… gimiendo los estertores de la muerte. No tiene más derecho de vencer a nadie; no tiene condiciones. Todo lo que puede hacer es tentarte; obligarte a ceder, no. Si caes es porque, de alguna manera, decidiste caer.
Si hay algo que el enemigo no puede hacer es obligarte a hacer lo que no quieres. Haz como las hojas: resiste. No estás solo. Cuando caes de rodillas, Dios envía millares de ángeles para auxiliarte. La batalla es dura, pero la victoria es segura. Hoy puede ser el día de victoria que tanto esperabas; hoy puedes levantarte de las cenizas.
Camina por la vida sin temor; levanta la frente en alto. Tu enemigo está a tus pies. La hora final le llegó. ¡Hoy es tu oportunidad! Sal en el nombre de Jesús, y enfrenta todo lo que venga por delante sabiendo que a tu lado marcha alguien que no conoce la derrota. Y no te olvides: “Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”.
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🔎 MANERA DE VIVIR
📖 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! 2 Pedro 3:11.
Vivimos en un mundo materialista; las cosas espirituales parecen utopía. Hay gente sincera que piensa que el cielo, la Tierra Nueva, las mansiones celestiales y la segunda venida de Cristo son cosas que están solo en la imaginación de gente fanática. Pero, la Biblia está llena de escenas dramáticas, que muestran que en todos los tiempos hubo gente incrédula que un día tuvo que enfrentarse con la realidad de las cosas.
En los tiempos de Noé, por ejemplo, muchos hombres llegaron al punto de considerar que Noé estaba loco. Nunca había llovido, ¿por qué tendría que llover ahora?
Pero, un día, el futuro que parecía irreal y distante llegó, y las puertas del arca se cerraron; el cielo se puso oscuro, y empezó a llover. Muchos corrieron a pedir ayuda a Noé, pero él no pudo hacer nada: manos invisibles habían cerrado el arca, y solo Dios podría abrirla.
La Biblia afirma que, cuando Jesús se manifieste en las nubes de los cielos, habrá gente que, llorando, lamentará: “Pasó la ciega, se acabó el verano y nosotros no hemos sido salvos”. Dejaste pasar tu oportunidad; no tomaste las cosas espirituales con seriedad; te dejaste contagiar por la filosofía materialista de nuestros días; no fuiste capaz de mirar hacia el futuro; no fuiste capaz de valorizar las promesas divinas, la bendición, la salvación. Ahora, se acabó la oportunidad, ya es demasiado tarde, ya no hay más bendición.
Todos nosotros, un día, pasaremos por un momento dramático semejante a este. Gente que vivió como si el presente nunca fuese a terminar. Vivió sin mirar al cielo.
Por eso, el texto de hoy advierte: Todo lo que ves a tu alrededor acabará. Esta tierra no es eterna; Jesús vuelve para ponerle un punto final a la historia del pecado. Ya que esto es lo que va a suceder, ¿por qué no vivir con esa expectativa en el corazón y, así, marchar sabiendo que nuestro verdadero hogar se aproxima?
Haz de este un día de justicia y de santidad. La santidad cristiana no significa andar todo el tiempo con la Biblia debajo del brazo, y preocupado en descubrir lo que es pecado. Santidad es la maravillosa experiencia de andar con Jesús; todos los días, en todos los momentos. Y esa experiencia puede empezar para ti hoy.
No lo olvides: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!”
✏️ Alejandro B
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📖 Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir! 2 Pedro 3:11.
Vivimos en un mundo materialista; las cosas espirituales parecen utopía. Hay gente sincera que piensa que el cielo, la Tierra Nueva, las mansiones celestiales y la segunda venida de Cristo son cosas que están solo en la imaginación de gente fanática. Pero, la Biblia está llena de escenas dramáticas, que muestran que en todos los tiempos hubo gente incrédula que un día tuvo que enfrentarse con la realidad de las cosas.
En los tiempos de Noé, por ejemplo, muchos hombres llegaron al punto de considerar que Noé estaba loco. Nunca había llovido, ¿por qué tendría que llover ahora?
Pero, un día, el futuro que parecía irreal y distante llegó, y las puertas del arca se cerraron; el cielo se puso oscuro, y empezó a llover. Muchos corrieron a pedir ayuda a Noé, pero él no pudo hacer nada: manos invisibles habían cerrado el arca, y solo Dios podría abrirla.
La Biblia afirma que, cuando Jesús se manifieste en las nubes de los cielos, habrá gente que, llorando, lamentará: “Pasó la ciega, se acabó el verano y nosotros no hemos sido salvos”. Dejaste pasar tu oportunidad; no tomaste las cosas espirituales con seriedad; te dejaste contagiar por la filosofía materialista de nuestros días; no fuiste capaz de mirar hacia el futuro; no fuiste capaz de valorizar las promesas divinas, la bendición, la salvación. Ahora, se acabó la oportunidad, ya es demasiado tarde, ya no hay más bendición.
Todos nosotros, un día, pasaremos por un momento dramático semejante a este. Gente que vivió como si el presente nunca fuese a terminar. Vivió sin mirar al cielo.
Por eso, el texto de hoy advierte: Todo lo que ves a tu alrededor acabará. Esta tierra no es eterna; Jesús vuelve para ponerle un punto final a la historia del pecado. Ya que esto es lo que va a suceder, ¿por qué no vivir con esa expectativa en el corazón y, así, marchar sabiendo que nuestro verdadero hogar se aproxima?
Haz de este un día de justicia y de santidad. La santidad cristiana no significa andar todo el tiempo con la Biblia debajo del brazo, y preocupado en descubrir lo que es pecado. Santidad es la maravillosa experiencia de andar con Jesús; todos los días, en todos los momentos. Y esa experiencia puede empezar para ti hoy.
No lo olvides: “Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir!”
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🔎 ¡OH, BENDITA ESCLAVITUD!
📖 Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 1 Corintios 7:22.
Jesús es el divisor de aguas. El lindero entre el pasado y el futuro; entre lo que nunca debió haber sido y lo que será. Si no conoces a Jesús, tienes todo por conocer. Jesús es todo. En él, convergen las victorias y las derrotas. Las victorias, como el punto de partida de una nueva experiencia, y las derrotas, como el fin de una vida sin sentido. En Jesús, el ciego descubre la luz; el paralítico percibe que puede andar; los leprosos renacen y los muertos se encuentran de nuevo con la vida.
Jesús trasciende el tiempo. En él, las horas se detienen; se vuelven un permanente presente, no pasan. Él es la propia eternidad. Cuando Jesús llama, el esclavo ve el milagro de sus cadenas rotas. No más grilletes atados a sus pies: no más humillación; no más hábitos perniciosos que dominan ni vicios que se apoderan de los momentos más bellos. La culpa no te martiriza más. Puedes contemplar el nacimiento del sol desde las alturas de la libertad, y observar el abrir de una flor sin que el látigo del capataz hiera tus espaldas.
Cuando él llama, el libre se convierte en esclavo; esclavo del amor. Sirve, porque es su deleite servir; porque entiende que una eternidad de servicio no será suficiente para pagar el sacrificio de amor que se pintó de rojo en un madero en forma de cruz.
Ignora la belleza del evangelio el que vive atormentado por las reglas. Tú solo percibes que existe ley de tránsito cuando cruzas el semáforo en rojo; mientras lo respetes, conducir es un placer.
Mal entiende el amor de Jesucristo quien piensa que, por causa de la gracia, puede vivir sin límites. Existen los límites del amor. Son horizontes sin fin de una existencia abundante para quien respeta las leyes de la vida en este partido entre el bien y el mal.
Por eso, hoy, enfrenta los desafíos de un nuevo día reconociéndote esclavo del amor. Sirve a tu Dios. Ayuda a tus semejantes; haz felices a las personas que viven a tu lado y que, a veces, perecen por falta de un gesto de cariño.
Nunca es tarde para comenzar de nuevo. Siempre está abierta la posibilidad de cambiar el rumbo de la vida, porque: “El que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo”.
✏️ Alejandro B
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📖 Porque el que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo. 1 Corintios 7:22.
Jesús es el divisor de aguas. El lindero entre el pasado y el futuro; entre lo que nunca debió haber sido y lo que será. Si no conoces a Jesús, tienes todo por conocer. Jesús es todo. En él, convergen las victorias y las derrotas. Las victorias, como el punto de partida de una nueva experiencia, y las derrotas, como el fin de una vida sin sentido. En Jesús, el ciego descubre la luz; el paralítico percibe que puede andar; los leprosos renacen y los muertos se encuentran de nuevo con la vida.
Jesús trasciende el tiempo. En él, las horas se detienen; se vuelven un permanente presente, no pasan. Él es la propia eternidad. Cuando Jesús llama, el esclavo ve el milagro de sus cadenas rotas. No más grilletes atados a sus pies: no más humillación; no más hábitos perniciosos que dominan ni vicios que se apoderan de los momentos más bellos. La culpa no te martiriza más. Puedes contemplar el nacimiento del sol desde las alturas de la libertad, y observar el abrir de una flor sin que el látigo del capataz hiera tus espaldas.
Cuando él llama, el libre se convierte en esclavo; esclavo del amor. Sirve, porque es su deleite servir; porque entiende que una eternidad de servicio no será suficiente para pagar el sacrificio de amor que se pintó de rojo en un madero en forma de cruz.
Ignora la belleza del evangelio el que vive atormentado por las reglas. Tú solo percibes que existe ley de tránsito cuando cruzas el semáforo en rojo; mientras lo respetes, conducir es un placer.
Mal entiende el amor de Jesucristo quien piensa que, por causa de la gracia, puede vivir sin límites. Existen los límites del amor. Son horizontes sin fin de una existencia abundante para quien respeta las leyes de la vida en este partido entre el bien y el mal.
Por eso, hoy, enfrenta los desafíos de un nuevo día reconociéndote esclavo del amor. Sirve a tu Dios. Ayuda a tus semejantes; haz felices a las personas que viven a tu lado y que, a veces, perecen por falta de un gesto de cariño.
Nunca es tarde para comenzar de nuevo. Siempre está abierta la posibilidad de cambiar el rumbo de la vida, porque: “El que en el Señor fue llamado siendo esclavo, liberto es del Señor; asimismo el que fue llamado siendo libre, esclavo es de Cristo”.
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🔎 VENID A MÍ
📖 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.
Buenos Aires despierta, perezosa, esta mañana, sumergida en una niebla espesa. Me levanto, y bajo al restaurante del hotel, a desayunar. En mi mesa, tengo un par de medialunas y una taza de chocolate con leche. A mi lado, en otra mesa, una pareja discute la relación hecha pedazos. No les importan los demás.
En el clímax de la discusión, el hombre golpea la mesa con violencia, se levanta y vocifera: “Estoy cansado de esta vida miserable. No quiero verte más. Me voy”.
Y se va. Quién sabe adónde. Toma la avenida 9 de Julio y desaparece. La señora lo sigue, inundada en lágrimas.
Subo a mi cuarto. Mi ventana da al Obelisco. Me quedo un rato, observando aquella joya arquitectónica, símbolo de esta ciudad cosmopolita. Después, recordando el triste incidente del desayuno, empiezo a escribir.
“Estoy cansado de esta vida miserable”, dijo aquel hombre, antes de partir. Todos los días, hay gente que despierta cansada. No es cansancio físico; ¡ojalá lo fuera! Para ese tipo de cansancio, hay remedio. Pero ¿qué haces con el hartazgo del alma? ¿Adónde vas cuando las sesiones de psicoanálisis no resuelven tu problema, ni los somníferos logran que duermas? El hastío de vivir lleva al ser humano a la inercia emocional: ama sin amar; camina sin observar. No disfruta de las cosas bellas que la vida ofrece. Simplemente, sigue el rumbo de la existencia, sin alegría.
Más de dos siglos atrás, el Señor Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis cansados”. Esta es una invitación para quienes están cansados de vivir las acritudes cotidianas; para los que luchan y no alcanzan; para los derrotados; para los que cayeron en la rutina agobiante de trabajar sin motivación.
Nadie jamás vino a Jesús y volvió frustrado. Él es el agua de vida, que calma la sed del alma. El pan que satisface el hambre del espíritu. Millones lo han buscado, y han recibido el bálsamo curador de la paz que inunda el corazón del cansado peregrino.
Hoy puede ser tu día de encuentro con Jesús. Es tan simple. Solo abrir el corazón y decirle que no puedes. Aceptar tus limitaciones humanas y confiar en su poder de Dios. No salgas hoy, a enfrentar las cosas que te esperan allá, afuera, sin repetir la promesa de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
✏️ Alejandro B
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📖 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Mateo 11:28.
Buenos Aires despierta, perezosa, esta mañana, sumergida en una niebla espesa. Me levanto, y bajo al restaurante del hotel, a desayunar. En mi mesa, tengo un par de medialunas y una taza de chocolate con leche. A mi lado, en otra mesa, una pareja discute la relación hecha pedazos. No les importan los demás.
En el clímax de la discusión, el hombre golpea la mesa con violencia, se levanta y vocifera: “Estoy cansado de esta vida miserable. No quiero verte más. Me voy”.
Y se va. Quién sabe adónde. Toma la avenida 9 de Julio y desaparece. La señora lo sigue, inundada en lágrimas.
Subo a mi cuarto. Mi ventana da al Obelisco. Me quedo un rato, observando aquella joya arquitectónica, símbolo de esta ciudad cosmopolita. Después, recordando el triste incidente del desayuno, empiezo a escribir.
“Estoy cansado de esta vida miserable”, dijo aquel hombre, antes de partir. Todos los días, hay gente que despierta cansada. No es cansancio físico; ¡ojalá lo fuera! Para ese tipo de cansancio, hay remedio. Pero ¿qué haces con el hartazgo del alma? ¿Adónde vas cuando las sesiones de psicoanálisis no resuelven tu problema, ni los somníferos logran que duermas? El hastío de vivir lleva al ser humano a la inercia emocional: ama sin amar; camina sin observar. No disfruta de las cosas bellas que la vida ofrece. Simplemente, sigue el rumbo de la existencia, sin alegría.
Más de dos siglos atrás, el Señor Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis cansados”. Esta es una invitación para quienes están cansados de vivir las acritudes cotidianas; para los que luchan y no alcanzan; para los derrotados; para los que cayeron en la rutina agobiante de trabajar sin motivación.
Nadie jamás vino a Jesús y volvió frustrado. Él es el agua de vida, que calma la sed del alma. El pan que satisface el hambre del espíritu. Millones lo han buscado, y han recibido el bálsamo curador de la paz que inunda el corazón del cansado peregrino.
Hoy puede ser tu día de encuentro con Jesús. Es tan simple. Solo abrir el corazón y decirle que no puedes. Aceptar tus limitaciones humanas y confiar en su poder de Dios. No salgas hoy, a enfrentar las cosas que te esperan allá, afuera, sin repetir la promesa de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”.
✏️ Alejandro B
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