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41) RESUMEN CONCENTRACIÓN SANLÚCAR BARRAMEDA (CÁDIZ) SÁBADO 23 DE AGOSTO DE 2025
El día amaneció con un resplandor que nada ni nadie pudo ocultar. El sol, radiante, se alzó como un guerrero incansable, desafiando a esas nubes artificiales, a las estelas sospechosas, a todo lo que intenta debilitar su brillo. Y allí estábamos nosotros, avanzando hacia la playa de Sanlúcar con los coches cargados de esperanza y determinación: pancartas bien sujetas, nuestra carpa, las camisetas amarillas que relucen como señales de resistencia, y nuestro querido osito Fonso, compañero de tantas batallas, listo para tenderse al sol.
La playa nos recibió como un templo abierto. Arena dorada, olas que curan, familias disfrutando de la vida sencilla. Y entre esa multitud, PAS desplegó su energía: un grupo unido, generoso y firme, siempre dispuesto a plantar cara al engaño y a la manipulación. Porque si el mal nunca duerme, nosotros tampoco: vigilantes, comprometidos y con la convicción de que callarse no es una opción.
El recibimiento fue cálido. Se acercaron con respeto y entusiasmo. La playa se convirtió en un espacio de encuentro, de verdad compartida, de voces que se reconocen. Incluso los más jóvenes se acercaron, preguntando qué significaban nuestras pancartas, qué era esa "afrenta 2030" que denunciamos. Se les habló con claridad, invitándolos a reflexionar y a conversar con sus padres. Y ocurrió lo inesperado: volvieron sonrientes, orgullosos, diciendo que sus padres pensaban igual que nosotros. Una chispa de esperanza, un recordatorio de que el Creador nos acompaña, guiando cada paso.
Hubo escenas que quedarán grabadas en la memoria. Como aquella mamá joven que, con su bebé en brazos, se acercó emocionada a nuestra toalla, donde Fonso descansaba tomando el sol. Se inclinó, abrazó al osito con ternura y dejó que su hijo, curioso, le tocara con sus manitas. Ese gesto sencillo fue un símbolo: la inocencia, la vida nueva, abrazando a nuestra causa. Nos recordó que todo lo que hacemos no es por nosotros, sino por ellos, los que vienen detrás.
Muchas personas se acercaron también para darnos las gracias, para decirnos que nos siguen en redes, que sabían que estaríamos allí y que esperaban encontrarnos. Ese reconocimiento sincero nos llenó de fuerza. Porque significa que nuestro mensaje viaja, que llega donde tiene que llegar, que no estamos luchando en vano.
Claro que no todo fueron halagos. Respetamos la opinión de todos, pero los hechos nos dan la razón: la mentira se hace más evidente cada día.
Al caer la tarde, miramos alrededor y sentimos orgullo. Orgullo de estar en la calle, de no rendirnos, de demostrar que aún hay quienes no aceptan la manipulación como destino. Pero también sentimos la urgencia de que no podemos estar solos. Porque PAS hace lo que debe: denunciar, salir, exponer la verdad. Eso nos honra, pero también nos duele.
Necesitamos que más voces se unan, que más corazones valientes se atrevan a dar la cara.
Sanlúcar nos regaló un día de sol, de encuentros, de verdad y esperanza. Pero sobre todo, nos recordó nuestra misión: resistir, denunciar y defender la vida y la justicia, con la certeza de que juntos podemos vencer.