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La mayoría cayó en su trampa, incluso hubo alguna que condujo su coche; pocas salieron corriendo.
Con el fin de cometer un crimen que no asociaran con sus otros crímenes, explicaban los escritores Stephen Michaud y Hugh Aynesworth en su libro The Only Living Witness: the true story of serial sex killer Ted Bundy, el asesino decidió cambiar los escenarios y viajar a través de Estados Unidos. De esa manera recorrió Washington, Utah, Colorado y Florida, dejando atrás multitud de raptos y asesinatos. El modus operandi empleado por el asesino siempre era el mismo: secuestraba a sus víctimas, las llevaba a un lugar seguro para no correr riesgos, las estrangulaba hasta que fallecían y, una vez muertas, las sodomizaba con algún objeto contundente o incluso con su propio pene mientras mordisqueaba sus cuerpos.
Todo un camaleón
La policía comenzó a relacionar todos los asesinatos. Algunos testigos describieron el físico de Ted, pero se hacía imposible encontrarle, ya que cambiaba de aspecto continuamente. Modificaba su peinado, se dejaba barba o se afeitaba; además, sus rasgos físicos no llamaban demasiado la atención por lo que no levantaba sospecha alguna.
Por otra parte, las investigaciones revelaron que en todos los crímenes se había utilizado el mismo coche, un Volkswagen de color blanco. Pero fue el retrato robot elaborado entre los oficiales de Utah y de Washington lo que puso en el buen camino a la policía. Una amiga de la novia de Ted, Meg Anders, identificó dicha imagen con la del asesino. El parecido del retrato robot con él era asombroso y se comprobó que muchos de los detalles del caso también apuntaban a él.
La novia se percató que tanto el hombre buscado como Ted conducían el mismo coche y que en su casa él tenía muletas y escayola. Así que llamó de forma anónima a la policía contándoles lo sucedido. Sin embargo, a pesar de contrastar toda la información, cuando los testigos vieron su foto, dudaron de que Bundy fuese el verdadero criminal. La policía había estado a un paso de capturarlo, pero prefirió seguir otras pistas.
Curiosamente, su primer arresto ocurre el 16 de agosto de 1974 en Utah, después de que una mujer lo identifique como su posible secuestrador. Le condenan a un año de cárcel en la prisión de Colorado, pero consigue fugarse antes de llegar y desaparece durante varios meses. En este tiempo siguió consumando más crímenes y empezó a cometer errores. Se volvió descuidado porque ya no asaltaba a sus víctimas al caer el sol, sino también durante el día. De hecho, su poder de seducción cayó en picado y muchas de ellas salían corriendo al ver su extraño comportamiento. Algunas sirvieron como testigos relevantes durante el juicio.
Un drástico giro
El 8 de noviembre de 1974 todo cambió para Ted Bundy cuando tras elegir en una tienda de libros a su próxima víctima, Carol DaRonch, se hizo pasar por un oficial de policía. La persuadió para que se subiera al coche con la excusa de que habían intentado robarle y durante el trayecto inició un forcejeo con ella. El asesino intentó esposarla, pero la muchacha logró deshacerse de él y saltó del coche. Bundy bajó del automóvil, pero la joven le propinó una fuerte patada en los genitales y salió corriendo salvando su vida.
Tal era su sed de sangre que unas horas más tarde Ted decidió buscar otra víctima. No encontraron el cadáver, pero sí las llaves de las esposas que previamente había utilizado con Carol. El círculo se estrechaba. La pista del coche y el testimonio de la superviviente resultaron determinantes.
Pero tuvieron que pasar casi nueve meses hasta que el 16 de agosto de 1975 un guarda de seguridad parase a Bundy mientras merodeaba por una zona residencial. Durante el registro del coche encontró unas esposas, una piqueta, una media, un pasamontañas, varios metros de cuerda y trozos de una sábana blanca. La policía acababa de dar con el agresor de Carol.
BY 🔍👣El Club de los Martes👣🔎
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