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📖El Conocedor de La Biblia📖@ECDLB P.6205
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Reflexionando con el Ps. Durley

“PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.”

Una noche se prendió de fuego una casa y el joven fue forzado a subir al techo. Su padre estuvo parado afuera con sus brazos extendidos gritando al joven, "¡brinca hijo y yo te agarro!" Él supo que, para salvar su vida, el joven tenía que saltar. Pero la única cosa que el joven podía ver era las llamas del fuego, humo y oscuridad. Como se puede imaginar, el joven tenía miedo saltar desde el techo. Su padre continuo gritando, "¡Brinca hijo! ¡Yo te agarro!" Pero el joven protestó diciendo, "PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO." El padre respondió, "Pero hijo, la única cosa que importa aquí es que yo sí te puedo ver."

A pesar de que muchas veces las circunstancias nos llevan a pensar en un silencio prolongado de parte de Dios y esto, a preguntarnos ¿Dónde está Dios? No queda duda que Dios ha estado y está en el mismo lugar, sí, Dios está donde mismo estaba cuando recibistes aquella buena noticia, cuando te graduaste con honores, cuando nacieron tus hijos o simplemente cuando visualizaste la respuesta que tanto esperabas. Lo que pasa que para muchos Dios no es el centro de sus vidas en los mejores momentos pero sí lo es en los peores y más desesperantes, en los que se encuentran en medio de una casa en llamas, y aun así para tirarse en los brazos de Dios, por si fuera poco quieren verle primero. ¡Faltos de fe!

Dios nunca ha estado ausente a tus necesidades, dificultades o a los tantos obstáculos que has tenido que atravesar. Él siempre ha estado allí, como el padre del niño diciéndote: ¡brinca hijo que yo te agarro! Pero somos tan incrédulos que esperamos a verle para creer en Él, para descansar en sus promesas y para entender que “lo más importante es saber que Él sí nos puede ver”. Jesús dijo: “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso (Mateo 11.28 NVI)” Lástima que todavía, escatimamos y decimos: “PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.” ¿Y es que acaso necesitas más pruebas? Qué más tiene que hacer Dios para demostrarte que te espera con los brazos abiertos y que es la única salida, porque si no… te quemas.

A José no le hizo falta ver a Dios para saber que estaba con él en la cárcel donde fue lanzado injustamente. Ester, sin tener a Dios visiblemente delante tenía la certeza de que sus oraciones y el ayuno proclamado iban a ser respondido. Job, no conoció a Dios precisamente en persona, lo hizo a través del sufrimiento, cuando su vida estaba en llama, cuando no le queda otra opción que lanzarse a sus brazos y decir: “De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven. (Job 42.5)”. Aquella mujer que padecía durante 12 años de un flujo de sangre no esperó a ver a Jesús para creer en su milagro no, cuando oyó hablar de Él, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. (Marcos 5.25-28), ella se lanzó en medio de las llamas de la multitud, aun sin verle, porque estaba convencida de que Él estaba ahí y que podía hacerlo.

Es cierto que a veces estamos cansados, agotados de tanta espera, quizás como el padre de aquel muchacho endemoniado que desde niño sufría viendo como era azotado. (Marcos 9.14-27) Hay momento donde no vemos a Dios y solo nos queda confiar en sus promesas, pensar que lo que tenemos por delante no es nada comparado con lo que ya Él ha hecho pero… aun así, le decimos “Señor si puedes hacer algo ten compasión de mí y ayúdame”, Señor me voy a lanzar en tus brazos pero no te veo. ¿Dónde estás? A lo que Jesús nos responde como a aquel padre: ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo le es posible. – ¡Sí creo! – Exclamó el padre del muchacho - ¡Ayúdame en mi poca fe! (Marcos 9.23-24 NVI)

Reconozcamos que nuestra desesperación es producto de nuestra poca fe y no de la ausencia de Dios en nuestras vidas, y que a veces reaccionamos justo a punto de saltar diciendo: “PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.” Que si quieres salir de la cárcel que te aprisiona como a José, librarte de la muerte como Ester, mantenerte fiel como Job deberás llevar todas tus cargas a los pies



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“PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.”

Una noche se prendió de fuego una casa y el joven fue forzado a subir al techo. Su padre estuvo parado afuera con sus brazos extendidos gritando al joven, "¡brinca hijo y yo te agarro!" Él supo que, para salvar su vida, el joven tenía que saltar. Pero la única cosa que el joven podía ver era las llamas del fuego, humo y oscuridad. Como se puede imaginar, el joven tenía miedo saltar desde el techo. Su padre continuo gritando, "¡Brinca hijo! ¡Yo te agarro!" Pero el joven protestó diciendo, "PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO." El padre respondió, "Pero hijo, la única cosa que importa aquí es que yo sí te puedo ver."

A pesar de que muchas veces las circunstancias nos llevan a pensar en un silencio prolongado de parte de Dios y esto, a preguntarnos ¿Dónde está Dios? No queda duda que Dios ha estado y está en el mismo lugar, sí, Dios está donde mismo estaba cuando recibistes aquella buena noticia, cuando te graduaste con honores, cuando nacieron tus hijos o simplemente cuando visualizaste la respuesta que tanto esperabas. Lo que pasa que para muchos Dios no es el centro de sus vidas en los mejores momentos pero sí lo es en los peores y más desesperantes, en los que se encuentran en medio de una casa en llamas, y aun así para tirarse en los brazos de Dios, por si fuera poco quieren verle primero. ¡Faltos de fe!

Dios nunca ha estado ausente a tus necesidades, dificultades o a los tantos obstáculos que has tenido que atravesar. Él siempre ha estado allí, como el padre del niño diciéndote: ¡brinca hijo que yo te agarro! Pero somos tan incrédulos que esperamos a verle para creer en Él, para descansar en sus promesas y para entender que “lo más importante es saber que Él sí nos puede ver”. Jesús dijo: “Vengan a mí, todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso (Mateo 11.28 NVI)” Lástima que todavía, escatimamos y decimos: “PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.” ¿Y es que acaso necesitas más pruebas? Qué más tiene que hacer Dios para demostrarte que te espera con los brazos abiertos y que es la única salida, porque si no… te quemas.

A José no le hizo falta ver a Dios para saber que estaba con él en la cárcel donde fue lanzado injustamente. Ester, sin tener a Dios visiblemente delante tenía la certeza de que sus oraciones y el ayuno proclamado iban a ser respondido. Job, no conoció a Dios precisamente en persona, lo hizo a través del sufrimiento, cuando su vida estaba en llama, cuando no le queda otra opción que lanzarse a sus brazos y decir: “De oídas te había oído; más ahora mis ojos te ven. (Job 42.5)”. Aquella mujer que padecía durante 12 años de un flujo de sangre no esperó a ver a Jesús para creer en su milagro no, cuando oyó hablar de Él, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. (Marcos 5.25-28), ella se lanzó en medio de las llamas de la multitud, aun sin verle, porque estaba convencida de que Él estaba ahí y que podía hacerlo.

Es cierto que a veces estamos cansados, agotados de tanta espera, quizás como el padre de aquel muchacho endemoniado que desde niño sufría viendo como era azotado. (Marcos 9.14-27) Hay momento donde no vemos a Dios y solo nos queda confiar en sus promesas, pensar que lo que tenemos por delante no es nada comparado con lo que ya Él ha hecho pero… aun así, le decimos “Señor si puedes hacer algo ten compasión de mí y ayúdame”, Señor me voy a lanzar en tus brazos pero no te veo. ¿Dónde estás? A lo que Jesús nos responde como a aquel padre: ¿Cómo que si puedo? Para el que cree, todo le es posible. – ¡Sí creo! – Exclamó el padre del muchacho - ¡Ayúdame en mi poca fe! (Marcos 9.23-24 NVI)

Reconozcamos que nuestra desesperación es producto de nuestra poca fe y no de la ausencia de Dios en nuestras vidas, y que a veces reaccionamos justo a punto de saltar diciendo: “PERO PAPÁ…..ES QUE NO TE VEO.” Que si quieres salir de la cárcel que te aprisiona como a José, librarte de la muerte como Ester, mantenerte fiel como Job deberás llevar todas tus cargas a los pies

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